Por José Raúl Gallego Ramos el 15 Aug 2019 – 3:08pm. ADNCUBA
“No nos entendemos”, dijo Maceo a Martínez Campos en Baraguá. “No nos entendemos”, repiten por estos días los medios de comunicación oficiales en sus mensajes de oposición al Título III de la Ley Helms-Burton. Pero “no nos entendemos” es algo que los cubanos llevan mucho tiempo diciéndole, de varias maneras, a esa misma prensa que por décadas, parece vivir en un universo paralelo.
Los problemas del periodismo cubano pueden escucharse a diario en las calles, forman parte del repertorio de chistes nacionales, los denuncian los periodistas en todos y cada uno de los congresos de su organización. Incluso, los propios dirigentes, que son los máximos responsables de esas limitaciones, a veces enfilan los cañones contra el “secretismo”, la “autocensura”, el “triunfalismo” y todo lo demás que ellos mismos promueven, provocan y protagonizan una vez que terminan sus discursos.
De manera general, aunque existen casos salvables, la prensa oficial cubana es básicamente mala, y todo el mundo lo sabe.
¿De qué habla la prensa oficial cubana?
Un profesor universitario cubano lo resumió de manera bastante certera: los medios nos cuentan el paraíso en que vivimos y el infierno que nos rodea.
Esta orientación —plasmada desde las Tesis y Resoluciones del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975— tiene como trasfondo ideológico la intención de demostrar la superioridad del sistema social defendido por Cuba y unos pocos países, respecto al que impera en el resto del mundo. Una tarea que se asume prácticamente sin matices, como si el capitalismo fuera el mismo en todos los lugares y como si aquello que dice ser socialismo estuviera exento de contradicciones.
Varias investigaciones realizadas desde universidades cubanas han dado cuenta de esta disparidad entre el enfoque de la información nacional (positiva mayormente) y el de la internacional (generalmente negativa), y lo han denominado “nueva versión del mito del ying y el yang”, “síndrome del catalejo”, y otras formas que apuntan a deficiencias desde el punto de vista periodístico. Llama la atención que aquellas naciones capitalistas que han alcanzado importantes desarrollos económicos y en políticas sociales, por ejemplo Canadá y los países escandinavos, constituyen prácticamente zonas de silencio en la prensa cubana.
Como resumía aquel conocido sketch de El Noticiero: “El mundo entero está muy jodido. Los que estamos bien somos nosotros”.
En cuanto a la información nacional, una buena parte de las investigaciones realizadas sobre los medios de comunicación cubanos coinciden en señalar tres limitaciones básicas.
En primer lugar, las temáticas tratadas responden más a los intereses del Partido que a los de la gente. Se ha perdido el concepto de noticia y por eso las páginas de los periódicos y las noticias de la radio y la televisión están llenas de reuniones, actos, visitas, chequeos y conmemoraciones que no poseen ningún valor noticiable, mientras muchas de las cuestiones del día a día, que golpean directamente al cubano común, brillan por su ausencia para “no darle armas al enemigo”.
Este no es un problema puntual de un medio de comunicación, ni de un directivo, ni siquiera de una generación de periodistas. Es una dificultad que ha sido encontrada en casi todos los estudios realizados sin importar fecha ni geografía y es el resultado de una deformación estructural del sistema de prensa cubano subordinado al Partido.
Segunda limitación: muchas de las veces en que la prensa aborda esas temáticas que sí constituyen preocupaciones populares, lo hace de una manera deficiente. Por ejemplo, una investigación de licenciatura realizada en 2010 evidenció que mientras la población se quejaba del estado de los hospitales, la falta de medicamentos y la escasez de comida, el diario Granma se enfocaba en ejemplos puntuales de sobrecumplimientos en la agricultura y en las bondades de los servicios médicos cubanos.
Esto se logra a partir de dos estrategias fundamentales. Por una parte, dirigir la mirada hacia aspectos menos conflictivos del problema desviando así la mirada de aquello que no se quiere ver; y por otra, con la estrategia del buen ejemplo: aunque el mundo se esté cayendo, la noticia se enfoca en la excepción y no en la regla, con la intención de mostrar que los problemas se deben a falta de ganas, errores humanos, mala implementación de lo establecido y no a cuestiones estructurales, como parece sugerir la persistencia de las mismas dificultades durante décadas.
Como resultado de todo esto tenemos una tercera limitación: una prensa que no cumple con su función social de vigilancia. Una prensa mansa, que en vez de parecerse a la figura del perro guardián, se asemeja más a la de un perro faldero de quien la dirige: el Partido. Una prensa triunfalista, que publica luego de que todos se han enterado de la noticia por otras vías, que no cuestiona al poder, que posee un sinnúmero de zonas oscuras y temas tabú, que casi no critica, que cuando lo hace parece que pidiera disculpas por hacerlo aun cuando generalmente se queda en la epidermis de los problemas, desactualizada en cuanto a las nuevas tendencias del periodismo; y que —para ponerle la tapa al pomo—, se ha contaminado de la “seriedad y rectitud” de nuestros cuadros, resultando generalmente aburrida.
Si nos ponemos a escarbar, podemos encontrar ejemplos que desmientan lo anterior, pero casi siempre se trata de casos aislados, intermitentes, de breves momentos en que sueltan las riendas y que parece que “ahora sí”, para luego volver a la misma postal de siempre, al panorama general entumecido desde hace décadas, y que es consustancial al modelo de prensa existente en Cuba, donde los medios no tienen autonomía, por ser parte del aparato político.
No obstante, esa es la prensa que continúa siendo la principal fuente de noticias de muchos cubanos, en los soportes tradicionales e incluso en el mundo virtual, donde Cubadebate es el medio de comunicación más visitado desde el país.
En ello influye evidentemente la ausencia de opciones, el poco desarrollo de hábitos para diversificar el consumo de noticias y la dificultad aún notable para acceder a otras fuentes que han ido perfilándose con la llegada de internet. No obstante, tampoco puede desconocerse que todavía una parte importante de la población cubana confía en la prensa oficial y vuelve a ella, ya sea para consultarla, para exigirle o para criticarla, como esperando que en algún momento le ofrezca aquello que en teoría debería darle, pero que no lo hace.
¿Qué le interesa a la gente en Cuba?
Esta es una pregunta muy difícil de responder, por dos razones fundamentales. La primera es que no existen en Cuba agencias encuestadoras ni estudios sistemáticos de audiencias o de opinión pública que permitan tomar el pulso a los intereses populares de manera certera. Los recursos que poseen algunos medios para estos fines son muy limitados y el mecanismo de recogida de opiniones que posee el Partido, es un instrumento cuasi-secreto a cuyos resultados es muy difícil acceder. Por otra parte, como sucede en todo el mundo, el público cubano se ha diversificado y fragmentado muchísimo, de manera que estamos ante múltiples intereses de grupos específicos, cada vez más distantes de esa idea del gran público homogéneo.
Aunque la pregunta sea difícil de contestar y la respuesta sea necesariamente imprecisa, hay varias pistas que pueden dar algunos nortes.
Investigaciones realizadas en diferentes universidades cubanas en la última década, exhiben la presencia constante y estable de un grupo de temas bien precisos: aquellos problemas que preocupan y afectan la vida diaria de la gente. Alimentación, salud, vivienda, gestión del gobierno, economía, transporte, precios, salarios. Las cosas que golpean a diario y que las personas necesitan sentir que alguien las visibiliza, las denuncia o les muestra una solución real. Son las preocupaciones más básicas, esas que pueden escucharse en cualquier parada de guagua o cola de bodega sin necesidad de muchos estudios.
Otra pista puede encontrarse en las trazas de lectura de los medios digitales. En aquellos que incluyen la sección de lo más visto, puede observarse cómo se repiten, junto a las noticias de alto impacto, las informaciones de utilidad, las temáticas poco tratadas en los medios oficiales, las historias llamativas de gente común y los temas polémicos.
Por otro lado, el alto nivel educacional de una parte importante de la población cubana y la ruptura de la burbuja en que vivía el país hasta la última década del pasado siglo, ha propiciado la aparición de intereses que suelen ser mucho más visibles en las redes sociales, donde logran articularse grupos afines, que en las calles.
Así pueden encontrarse porciones de públicos muy preocupados por temáticas relacionadas con libertades políticas, derechos civiles, económicos, libertad de expresión. Aunque no constituyan grupos mayoritarios, estos logran dar visibilidad y solidez a sus agendas no solo por la importancia de las temáticas sino por la vehemencia con que las sostienen y la calidad con que las presentan. En este mismo contexto se encuentran los grupos interesados por la protección animal, los derechos de colectivos en condición de vulnerabilidad y otros similares.
Al igual que sucede en muchos países del mundo, en Cuba también una parte importante del consumo mediático se dirige más a las noticias relacionadas con el entretenimiento que con la política o cuestiones sociales. Una revisión de los sitios más visitados desde Cuba muestra claramente el lugar privilegiado que ocupan Facebook, páginas deportivas, plataformas de videos y webs de compraventa.
Otro dato relevante es el surgimiento de publicaciones independientes dentro del país, enfocadas en intereses específicos como música, moda, deportes, animales, millenials, cómics, videojuegos, etc. El interés de estos medios no es llegar a grandes públicos generales, sino cubrir carencias e intereses de sectores que no encuentran una oferta que les satisfaga en los medios oficiales.
También vale destacar el consumo de noticias blandas o presentadas de forma sensacionalista, lo cual se refleja en el número de visitas que registran medios y programas al estilo de CiberCuba o el show de Alex Otaola.
En resumen, los cubanos necesitan medios que sean capaces de contarles un país tan variado y real como ellos mismos, algo que es muy difícil lograr desde un sistema mediático centralizado, lo cual abre un sinnúmero de posibilidades para la hornada de revistas, sitios y periódicos digitales que han surgido en los últimos años y que a medida que se democratice el acceso a internet deben crecer en visibilidad y públicos fidelizados.
Estas publicaciones no representan necesariamente las opiniones del Instituto de Estudios Cubanos.