Por Ramón Fernández-Larrea el 02 Oct 2019 – 12:31pm. ADNCUBA
Como una versión insular, criolla y chusma de Paquita la del Barrio, la viceministra de comunicaciones de Cuba, Ana Julia Marine López, ha ofendido a un mandatario latinoamericano democráticamente elegido por su pueblo. Con soberbia, con desfachatez, como si fuera dueña de la Historia, esta versión canija de la cantante mexicana ha llamado “rata” y traidor al presidente de ecuatoriano, Lenín Moreno, en su cuenta de Twitter.
El presidente ecuatoriano utiliza una silla de ruedas para desplazarse. Pero eso no parece importarle mucho a este ejemplar de chusma revolucionaria. Desde que levantaron el banderín de la modernidad, los miembros de la cúpula dirigente cubana cada vez que meten el dedo en el teléfono utilizando la red social Twitter, meten también la pata.
#LaPatriaGrande y el 🌎 rechaza 🐀como esta sin valores éticos #LeninTraidor https://t.co/SJ5TiNwtyX
— @Ana.Marine20 (@AnaMarine20) September 29, 2019
Y es que en Cuba los ministros se creen reyes. No importa qué ministerio encabecen, o crean encabezar, pero están loquitos por dejar bien claro cómo piensan, y que la población –el sufrido pueblo cubano- sepa por qué están ahí, por qué es él o ella ministro y los otros no.
Pero no es al pueblo a quien quieren mostrar su adhesión al gobierno, sino a su mafia, al PCC y a los militares que, como hábiles titiriteros, mueven las cuerdas de la política cubana desde hace mucho tiempo. Es una especie de complejo ministerial, porque, con excepción del ministro del Interior y el de las Fuerzas Desalmadas, el resto son civiles. Lo que en un país militarizado las autoridades superiores dicen con un gesto de asquito: civiles, que no necesariamente viene de civilidad.
Recientemente el Ministro de Educación de la Isla, José Ramón Saborido, llamó mercenarios en la TV cubana a quienes criticaron la política de discriminación ideológica de las universidades cubana.
Pareciera que los ministros tienen la lengua muy larga, o en este caso el dedo o el gatillo fácil, y un ansia imparable de complacer y agradar a sus jefes, zafándole el cuerpo al temido plan pijama. Da la impresión que están remarcando su credo político en cuanta cosa tengan a mano, sea una injusticia como las cometidas contra Omara Ruíz Urquiola y René Fidel González García, o un chanchullo provocado con quienes no piensan como ellos o no comulguen en la misma capilla. Imitando al poeta argentino Juan Gelman se diría que, en Cuba, “los ministros no ministran”. Quieren estar en misa y en procesión en cuestiones políticas, no al tanto de sus ministerios.
Pero se les escucha, se les lleva a la fatídica Mesa Redonda que es el sitio público donde se permiten todas las payaserías y se alientan todos los disparates, siempre que parezcan “dentro” de la revolución. Los ministros hoy pueden hacerle la vida un yogurt a cualquiera y andan cerca de maniobrar con un poder casi absoluto para cerrar puertas a los ciudadanos, por cualquier razón o coyuntura.
Cualquiera diría que los ministros creen haber dejado de ser marionetas y que ahora fungen como jefes de sus áreas. Se desgañitan, saltan con la pértiga de un poder aparente, dictaminan y desbarran desde sus pretendidos altos reinos plenipotenciarios, sin darse cuenta de que están en una perenne cuerda floja, en una obra en la que nadie aplaude, porque es solamente un paripé de democracia, donde ellos mismos son las primeras víctimas.
El insulto tuitero de la viceministra de comunicaciones, Ana Julia Marine López, al presidente ecuatoriano, tiene una arista casi cómica, y hasta loable. Primera vez que un funcionario cubano de alto nivel le dice rata a un Lenin… Aunque no sea un Vladimir Lenin.
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