*Por Jaime Suchlicki
Naciones Unidas durante la crisis de los misiles cubanos
En 1962, la Unión Soviética introdujo subrepticiamente misiles nucleares en Cuba. Un sorprendido, avergonzado y enojado presidente John F. Kennedy bloqueó la isla y después de once días tensos la Unión Soviética retiró sus misiles.
La crisis, que llevó al mundo al borde de un holocausto nuclear ayudó, entre otras cosas, a dar forma a las percepciones de los líderes de la política exterior estadounidense hacia la amenaza soviética y el mundo. Algunas de las lecciones de esa crisis siguen con nosotros hoy en día.
La primera lección fue que no hay sustituto para una inteligencia alerta y de calidad. Estados Unidos se sorprendió por la acción soviética, y no fue hasta que los misiles estaban en la isla y los aviones espía estadounidenses los habían fotografiado que la Casa Blanca se diera cuenta de la magnitud del desafío y el peligro que representaba para la seguridad estadounidense. Mientras que los cubanos en la isla reportaron movimientos sospechosos de misiles, la inteligencia estadounidense no advirtió a la administración Kennedy con antelación a los planes u objetivos soviéticos.
Nikita Khrushchev y Fidel Castro
La segunda lección fue una mayor conciencia sobre los peligros de las armas nucleares. Tras la crisis, Estados Unidos, la Unión Soviética y la mayoría de los países del mundo firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear. Se instaló una línea telefónica directa para la comunicación entre el presidente de los Estados Unidos y el líder soviético, y se aceleró la retirada de algunos misiles de Estados Unidos en Turquía y otros lugares.
La tercera lección fue sobre el manejo de las crisis. Los cuidadosos movimientos del presidente Kennedy durante esos tensos 11 días evitaron una confrontación nuclear. Mientras que algunos en este país abogaron por una invasión de Cuba y el fin del régimen de Castro, el Presidente prefirió un bloqueo, y la diplomacia y la negociación con el Kremlin. Como hemos aprendido desde entonces, Fidel Castro pidió a Khrushchev que lanzara los misiles desde Cuba contra Estados Unidos, una acción que seguramente habría forzado un contra lanzamiento no sólo contra Cuba sino también contra la Unión Soviética, causando una gran catástrofe mundial.
La cuarta lección es que la debilidad por parte del liderazgo estadounidense, o la percepción de debilidad por parte de los enemigos de este país, generalmente alienta a esos enemigos a tomar acciones audaces e imprudentes.
El evento más importante que alentó y aceleró la participación soviética en Cuba fue el fiasco de Bahía de Cochinos en 1961. El fracaso de Estados Unidos para actuar con decisión contra Castro creo en los soviéticos ilusiones sobre la determinación e interés de Estados Unidos de defender la isla. Los líderes del Kremlin creían que una mayor participación económica e incluso militar en Cuba no entrañaría ningún riesgo para la propia Unión Soviética y no pondría en serio peligro las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Este punto de vista se vio reforzado aún más por la actitud apologética del Presidente Kennedy con respecto a la invasión de Bahía de Cochinos y su actitud generalmente débil durante su reunión cumbre con el Primer Ministro soviético Nikita Khrushchev en Viena en junio de 1961.
El presidente Kennedy se dirige a la nación durante la crisis de los misiles cubanos
La lección final y tal vez más importante es que hay líderes antiestadounidenses en el mundo dispuestos a morir y arriesgarse a la destrucción de sus países para cumplir sus ambiciones políticas. Castro y Khrushchev pertenecían a este grupo, el primero debido a su odio antiestadounidense y su ambición de desempeñar un papel de poder más allá de las capacidades de su pequeña isla, y el segundo debido a su deseo de superar la ventaja estratégica de Estados Unidos y cambiar el balance de poder en el mundo. Ambos estaban dispuestos a tomar acciones que pusieran en peligro a su pueblo, así como al mundo.
Líderes peligrosos y arriesgados, y terroristas, enemigos de los Estados Unidos, permanecen hoy dentro y fuera del poder en muchos países. Las acciones de Castro y Khrushchev en 1962 deberían darnos una advertencia. No sólo las armas nucleares todavía existen, sino que se han desarrollado desde la crisis de los misiles armas químicas y biológicas más destructivas. Las lecciones de esa crisis y el peligro de un mundo difícil siguen con nosotros.
*Jaime Suchlicki es Director del Instituto de Estudios Cubanos, CSI, un grupo de investigación sin fines de lucro en Coral Gables, FL. Es el autor de Cuba: De Colón a Castro y más allá, ahora en su quinta edición; México: de Montezuma al ascenso del PAN, 2ª edición, y de Breve Historia de Cuba.