*Por Pedro Roig
El 10 de noviembre de 1895, la Columna Invasora recibe en Camagüey el refuerzo de dos regimientos veteranos de caballería que venían a las órdenes del general José María “Mayia” Rodríguez. La marcha por Camagüey se hizo por el sur de la provincia, casi sin combatir.
El coronel español Francisco de Camps y Felíu describe las dificultades para el ejercito colonial en Camagüey:
“Sus montes casi impenetrables, sus inacabables potreros de alta hierba de guinea, sus grandes sabanas eran útiles para los insurrectos y perjudiciales a nuestras tropas…sujetos a batirse en el terreno que elige el enemigo”.
Por su parte, en la medida que avanzaban los orientales, sentían la añoranza del terruño querido al cual muchos no regresarían. El general Manuel Piedra Martel escribe en su diario de campañas:
“En lo sucesivo, al emprender la marcha cada mañana, tendríamos el levante a nuestras espaldas, y cada marcha, al acercarnos a nuestros objetivo, nos iría alejando mas y mas de aquella gloriosa región oriental, cuna dos veces de la guerra de independencia, y tierra natal de casi la totalidad de los hombres que a la sazón formábamos el ejército invasor, muchos de los cuales, incluyendo al guerrero extraordinario que lo conducía (Antonio Maceo), no la volverían a ver”.
Aquí se sintetiza la gloriosa historia de la Cuba mambisa, hecha de sacrifico, de valor y también de tristezas. Es honra nuestra evocar hoy la insigne gesta de la Columna Invasora, con su fragancia de manigua heroica. En efecto, es una manera de afirmar la fe en la libertad y cultivar la esperanza.
* Pedro Roig, Esq. es Director Ejecutivo del Instituto de Estudios Cubanos. Tiene una maestría en artes de la Universidad de Miami y un doctorado en derecho de la Universidad de St. Thomas. Ha escrito varios libros, entre ellos La muerte de un sueño: Una historia de Cuba y Martí: La lucha de Cuba por la libertad. Roig es veterano de la Brigada 2506.