Por Ernesto Hernandez Busto el 13 Oct 2019 – 6:34am. ADNCUBA
Ha muerto en La Habana una bebé de un año por una grave negligencia médica, cuya responsabilidad -puede asegurarse- es atribuible al MINSAP en alguno de sus múltiples niveles. Tras el comunicado oficial sobre el “lamentable suceso”, quedan flotando algunas preguntas que me temo que ningún periodista cubano será capaz de hacer directamente al ministro de Salud.
Ahí las enumero, por si alguno de los miembros de la UPEC, tan ocupados últimamente en luchar contra la “mano peluda” de George Soros o las supuestas “campañas anticubanas” de la National Endowment for Democracy, necesita que le recuerden en qué consiste su oficio:
1-¿Por qué, tras confirmarse el triste deceso de la niña, las autoridades tardaron tres días para emitir un comunicado oficial?
La pregunta es, por supuesto, retórica. Cualquiera familiarizado con el funcionamiento de estas cosas en Cuba, sabe que, aunque la información sobre la causa del deceso se transmitió inmediatamente a las autoridades, la decisión de informar era política y no le correspondía al MINSAP. Instituciones de otro rango y carácter (el Partido Comunista, el Consejo de Estado, incluso el Presidente) debieron valorar la pertinencia -o más bien, la no pertinencia- de ese comunicado oficial en medio del triunfalismo propagandístico que rodeó las recientes sesiones de la Asamblea Nacional. En resumen, “niña-muerta-por-vacuna-en-mal-estado” mataba la noticia de “qué-bueno-Díaz-Canel-el-nuevo-presidente-dando-botella”. Había que esperar.
2. ¿Por qué ninguna autoridad oficial llamó a la madre para darle el pésame y alguna explicación, o al menos, el anuncio de una investigación?
La posible respuesta quizás sea el corolario de la explicación anterior. ¿Quién se atrevería en Cuba a asumir la responsabilidad por algo de lo que no puede culparse al “imperialismo yanki”?
3. ¿Por qué mientras varios medios independientes difundían la noticia del fallecimiento de la niña el Ministro de Salud se dedicaba a tuitear consignas?
Llamémoslo, siendo benévolos, una falta de delicadeza. Quien revise los tuits recientes del Ministro de Salud José Ángel Portal Miranda lo notará más preocupado por el “bloqueo”, el Pleno del Comité Nacional del Sindicato de los Trabajadores de la Salud, o la inauguración de una sede educativa en Artemisa. Todo esto, mientras las redes sociales de los cubanos clamaban por detalles sobre el caso de la niña fallecida. Incluso el silencio hubiera sido más digno.
4. ¿Por qué Cuba, supuesta “potencia médica” a escala mundial, no produce sus propias vacunas y tiene que importarlas?
Cierto que de la decena de vacunas que se repartenel país, muchas ya son de producción nacional, y que el Programa Nacional de Inmunización se apoya en una industria nacional que, al menos hace años, era capaz de producir un gran número de vacunas e incluso de exportarlas a otros países. ¿Qué pasa entonces con la con PRS, que protege contra la Parotiditis, Rubéola y Sarampión? ¿Bastan los estándares mundiales citados (Organización Mundial de la Salud y Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos) para avalar la distribución de esta vacuna en Cuba? ¿Fue tal vez un problema de almacenamiento o caducidad del producto?
5. ¿El problema se circunscribe a un solo policlínico en una sola provincia?
La información oficial del MINSAP no precisa si el proceso de vacunación que se cobró una víctima inocente se está llevando a cabo en otros lugares del país. Tampoco abunda sobre una síntomatología específica que deba alertar a los padres. ¿Son posibles otros casos fuera del contexto del policlínico de Alamar? ¿Por qué estas cosas nunca pasan, por ejemplo, en el CIMEQ?
En resumen, no se trata sólo de un mal manejo de la información por parte de las autoridades, siempre tan diligentes cuando se trata de exaltar supuestos “logros” o de denostar al “imperialismo feroz”. Hay un problema de fondo en este tristísimo suceso que arroja dudas sobre la Sanidad Pública en la isla. La investigación que se anuncia debe ser exhaustiva y convincente. Porque se trata, también, de una prueba para el periodismo cubano.
Estas publicaciones no representan necesariamente las opiniones del Instituto de Estudios Cubanos.