Por Martha Beatriz Ferrer Cantillo el 26 Feb 2020 – 6:17pm. ADN Cuba
EXCLUSIVA: Hija de José Daniel Ferrer reporta sobre el encarcelamiento de su padre y la lucha de su familia contra el régimen cubano
Mi nombre es Martha Beatriz Ferrer Cantillo, y soy hija del opositor anticomunista José Daniel Ferrer, líder de UNPACU, la organización opositora más grande dentro de Cuba.
A partir de hoy comenzaré a escribir esta columna, El informe Ferrer en exclusiva para ADN Cuba, que me ha brindado el espacio. Mi intención es decirle al mundo la verdad sobre mi héroe personal: mi padre, José Daniel Ferrer.
También usaré esta columna para compartir la lucha de los miembros de La Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) con el resto del mundo, porque su apoyo ha significado y significa mucho para todos nosotros.
Mi familia está agradecida con la solidaridad recibida, y les invitamos a dejar sus comentarios aquí, para que podamos seguir conectados a ustedes. Queremos que el mundo sepa cómo se siente mi padre y qué sentimos nosotros, con respecto a su injusto encarcelamiento.
Como muchos cubanos saben bien, el régimen de la isla siempre ha utilizado la tortura psicológica contra las familias de los activistas pro-democráticos. Es una de las tácticas más crueles que usa la dictadura.
En esta primera columna, quiero compartir con ustedes algunos eventos muy inquietantes acerca de los arrestos recientes de miembros de mi familia, hostigados injustamente por el régimen. A principios de esta semana, mi familia descubrió a través de amigos y activistas Ebert Hidalgo Cruz y Evert Luis Hidalgo que la dictadura de Castro-Canel procesará a mi padre en un juicio este miércoles 26 de febrero.
Ambos activistas fueron presionados previamente para testificar contra mi padre e inicialmente recibieron una citación para comparecer en su juicio. Sin embargo, después de que la policía política se enteró de que testificarían a favor de mi padre, la policía rodeó sus hogares y fueron puestos en arresto domiciliario para intentar que no se presentaran en el juicio. Por el momento, nuestra familia no ha recibido una notificación formal relacionada con el juicio. Mi padre declinó tener un abogado, pero el régimen le impuso uno de todos modos. Aún así, por lo que hemos escuchado hasta ahora, ese abogado no se ha puesto en contacto con los dos activistas que quieren testificar a favor de mi padre.
El pasado 9 de febrero de 2020, hombres armados de la dictadura Castro-Canel arrestaron a mi hermano José Daniel Ferrer Cantillo (Danielito) de 17 años y a la doctora Nelva Ismarays Ortega Tamayo, actual esposa de mi padre, cuando iban de camino a la iglesia.
Durante cinco horas, mi familia esperó, con miedo, por lo que estaba sucediendo. Cualquiera que haya sido víctima de un secuestro sabe que el tiempo pasa muy lentamente cuando desaparecen sus seres queridos.
Miré el reloj de mi casa y sentí que había pasado una hora; casi lloré cuando lo volví a ver, y noté que solo habían transcurrido minutos. Mientras estaba sentada allí, sintiéndome impotente y vacía, no pude evitar preguntarme sobre la posibilidad de un desenlace terrible. Después de todo, ya mi familia lleva meses sufriendo el presidio de mi padre, y ahora estaba claro que el régimen iba a comenzar a perseguirnos y a hostigarnos una vez más, uno por uno. Muchas preguntas pasaron por mi mente y mi corazón comenzó a acelerarse.
¿Estaría bien mi hermano? ¿Volvería a ver a Nelva otra vez? Después de más de 5 horas sin noticias de ninguno de ellos, Danielito me envió un mensaje a través de otros activistas.
En el momento en que sonó el teléfono tuve una gran inquietud. Estaba asustada, pero esperanzada. Sentí gran alivio al escuchar la voz del activista de la UNPACU que me dijo que mi hermano había sido liberado. Horas más tarde, liberaron a Nelva.
Mi hermano había sido retenido en una unidad de policía llamada El Palacete, y Nelva estaba retenida en otra llamada La Motorizada. El secuestro fue grabado por parte de la Policía política. Pero el problema no había terminado. Un agente le dijo a Nelva que mi hermano podría enfrentar cargos y fue amenazado con ir a prisión. En este secuestro le robaron su teléfono móvil y le propusieron convencer a mi padre José Daniel de abandonar el país, porque para “sorpresa” de la dictadura, él no estaba escuchando a los funcionarios del régimen.
Por supuesto que mi padre no escuchará al régimen. Ni siquiera en el 2003, durante la Primavera Negra de Cuba, cuando enfrentaba una sentencia de pena de muerte, escuchó los chantajes del régimen para que abandonara la Isla.
El hecho de que la dictadura cubana esté tan desesperada, al punto de que necesiten amenazar a mi familia y suplicarle a mi hermano, de solo 17 años, que los ayude, es para mí un testimonio del coraje de mi padre.
Se ha negado a cooperar o doblegarse a la voluntad de esa dictadura que insiste en destruirlo todo, y continuará luchando por su libertad de pensamiento. Me duele su presidio, pero me llena de orgullo el ejemplo que nos inculca a sus hijos y a todos los hombres de bien que creen en la justicia.
Cuando finalmente logré hablar con Nelva, alrededor de las 11 de la noche, me contó lo ocurrido cuando estuvo detenida. A diferencia de mi hermano, la policía amenazó con algo mucho más terrible. Amenazaron a Nelva diciéndole que se llevarían a su bebé.
Antes de ser liberada, fue hostigada e interrogada. Para verter sal sobre la herida ya punzante, le dijeron que ahora tenía prohibido asistir a misa en la iglesia los domingos. Un derecho sagrado en la mayoría de los países.
¿Hasta cuándo las madres cubanas van a tener que sufrir este tipo de acoso? ¿Quién puede justificar este chantaje?
Es importante que el mundo libre sepa esto para que la comunidad internacional pueda ayudarnos a exigir libertad para nuestros pueblo y el cese de las presiones que ejerce el régimen sobre todos los que se oponen a su dictadura. Mi padre está encarcelado injustamente, nadie debería estar preso por pensar diferente ni por querer vivir en libertad y democracia , pero aprovecharse de sus hijos ya es cruzar una línea.
Desde el principio, el régimen cubano ha orquestado una campaña de descrédito y calumnias hacia el, que a su pesar, solo les ha servido para demostrar al mundo que su dictadura es tan vulgar que necesita usar todo su aparato represivo para atacar a un solo ciudadano y a sus hijos. Utilizan con fuerza toda la maquinaria de propaganda del estado, desde sus noticieros hasta sitios digitales o comandos cibernéticos en internet, para intentar ganar la guerra de relaciones públicas contra mi familia.
Pero al final, perderán, y esta es la razón:
Cuba hoy, es como esa fábula del elefante, que fue capturado cuando era apenas un bebé. Le colocaron un grillete en una de sus patas, y el pequeño trataba de quitarse la cadena todos los días. Día y noche lo intentaba, pero el grillete era muy fuerte y pesado. Un día el elefante se dio por vencido y dejó de luchar por quitarse el instrumento que lo inmovilizaba. Pasaron los años, fue creciendo y se volvía más fuerte. Mientras tanto, la cadena envejecía y se oxidaba. Si el elefante hubiese tratado de romper el grillete entonces, lo habría logrado con facilidad, pero lo había intentado tanto que un buen día pensó que jamás podría liberarse.
Cuba es hoy como ese elefante, y si tiramos juntos de esa cadena nos daremos cuenta que hoy somos más fuertes y podemos romper ese grillete fácilmente.
El régimen de Cuba le da más importancia a este hombre que, desde su celda, no puede defenderse, y que simplemente quiere democracia para su país, que a los problemas reales que afectan a cada cubano día tras día. El sistema comunista está marcado por el abuso, la prepotencia y la ineficiencia y hasta los que lo defienden lo ven. Eso es atemorizante.
Por favor, quédense conmigo mientras continuamos luchando por la libertad de mi padre, José Daniel Ferrer y de todos los presos políticos, exigiendo a la dictadura asesina de Raúl Castro y Díaz Canel las libertades y derechos que nos robaron a la fuerza . Tengo fe en que juntos tendremos la fuerza para romper los grilletes y pronto podremos restaurar la libertad de nuestra nación.
Estas publicaciones no representan necesariamente las opiniones del Instituto de Estudios Cubanos.