Capitán Guillermo Rafael Jones y Ochoa

Brigada 2506 Raices Mambisas

Capitán Guillermo Rafael Jones y Ochoa

Por: Pedro Roig

Nació en Holguín, marzo 3 de 1871. Su padre, el capitán del ejército español Manuel Jones Barroeta, hidalgo de recia lealtad a la familia, dio a sus hijos una esmerada educación. Su hijo Guillermo es descrito por los amigos como “amable, culto, de paso distinguido y mirada serena”. Estudió leyes y se graduó en la Universidad Jesuita de Salamanca. En Cuba ardía la Guerra de Independencia (1895-1898), y como José Martí, hijo de militar español, Guillermo Rafael sintió el llamado de su patria, regresó a Cuba y en Cárdenas se puso en contacto con los jefes de la Junta Patriótica Cubana, pidiendo incorporarse al Ejercito Libertador.

Aceptada su petición de luchar por la independencia de la patria, el joven abogado aprovechó una oscura noche y se fue remando en un pequeño bote, guiado por un práctico de confianza, desde La Caleta en la cercanías de Punta de Maya, remontando el río Canimar, hasta hacer contacto con las fuerzas del general José Lacret. Esa noche en el campamento insurrecto emprendió la marcha junto a los mambises que forjaron el ideal de libertad, con sacrificios y heroísmo.

En efecto, en septiembre de 1897, Guillermo Rafael Jones se incorporó a las tropas del general Pedro Betancourt, jefe mambí de la 1ra División (5to Cuerpo) que operaba en la provincia de Matanzas, integrándose a la Brigada de Cárdenas al mando del general Carlos Rojas, uno de los jefes mas prestigiosos de esa región.

La provincia de Matanzas, sin bosques ni montañas, era un territorio difícil para desarrollar la guerra irregular de emboscadas mambisas y asegurar campamentos en zonas agrestes de difícil acceso.

La industria azucarera, que había sufrido severos golpes al paso de la columna invasora, trataba de reparar los centrales, caminos y extensas líneas ferroviarias que a su vez recibían constantes ataques de las fuerzas insurrectas. Estos encuentros y combates que se repetían casi a diario hicieron que la guerra en Matanzas y La Habana se desarrollara con singular ferocidad.

Guillermo Rafael Jones participó en numerosos combates en los que la brigada de Cárdenas hizo derroche de tenacidad y heroísmo, peleando día y noche sin dar tregua al enemigo. Guillermo se distinguió entre aquellos veteranos mambises por su irreductible y sereno valor.

En octubre 21 de 1896, el Capitán General Valeriano Weyler dictó la más terrible y despiadada orden de su criminal mando en Cuba. “La Reconcentración” de los campesinos en campamentos cercados y vigilados, junto a centros urbanos, despojándolos de sus viviendas, cultivos y animales domésticos. Un genocidio contra los campesinos cubanos.

Estadísticas ofrecidas por Alvaro Figueroa y Torres, Conde de Romanones, indican que más de 300,000 cubanos murieron de hambre y enfermedades en los campos de concentración y las poblaciones cercanas. La pacificación de Weyler no era otra cosa que hacer de la isla de Cuba un desolado cementerio, donde no quedaran ni ojos para llorar. Pero fracaso.

Cuba no claudicó, sus hijos se afincaron en el dolor, el sacrificio se hizo devoción, y la experiencia de los combatientes se impuso con Máximo Gómez y Calixto García, al frente de los curtidos regimientos mambises.
Guillermo Rafael Jones participó en esa épica jornada ganando los galones de Capitán y Jefe de Despacho del general Carlos Rojas, legendario jefe de los veteranos de la brigada, que el 16 de diciembre de 1898 marcharon con paso firme de libertadores por las calles de Cárdenas.

Antonio Masías Dominguez, amigo entrañable, recoge emocionado el recuerdo de Guillermo Rafael Jones: “de ti queda en el alma de los amigos, el perfume de tu robusta personalidad, la luz de tu alma clara y el inmenso cariño que le tuviste a Cuba.”

Su nieto Jorge “Yoyi” Jones integró la Brigada 2506, y murió como un héroe, peleando hasta el ultimo aliento por la libertad de Cuba, el 22 de abril de 1961.

Jorge “Yoyi” Jones

Nieto
Operación 40. #3605
Caído en combate
Para Jorge Jones (Yoyi), el luchar por la libertad de Cuba era un sagrado deber. Semanas antes de partir a su gloriosa muerte en combate escribió: “Nada se compara con la tranquilidad de espíritu que se tiene cuando cumples con tu principal deber.”
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