El 18 de septiembre de 1896, el general Antonio Maceo aseguró los suministros de una expedición clandestina que había salido de la Florida, logrando desembarcar en Cabo Corrientes, Pinar del Rio. Para los mambises era una marcha militar peligrosa ya que requería cubrir una larga distancia desde las bases del ejercito cubano en las montañas del Rubí hasta la región más occidental de Pinar del Río.
Maceo dirigió una fuerza de 300 veteranos para recibir los refuerzos necesarios de material de guerra y hombres, comandados por el general Juan Ríus Rivera (nativo de Puerto Rico) y el coronel Francisco Leyte Vidal, ambos veteranos de la Guerra de los Diez Años. Entre los recién llegados estaba Francisco Gómez Toro, el hijo mayor de Máximo Gómez. El general Ríus Rivera trajo la noticia oficial de la muerte de José Maceo, lo que entristeció profundamente a su hermano Antonio.
El suministro militar incluía mil rifles y más de 500,000 rondas de municiones, dos mil libras de dinamita, un cañón con 100 proyectiles y más de tres docenas de combatientes. Con el material de guerra asegurado, Maceo comenzó la marcha de regreso a las montañas del Rubí. Informado de la marcha de Maceo, el general Valeriano Weyler ordenó varias columnas que sumaban más de 5,000 hombres que fueran al encuentro de Maceo antes de que llegaran a las montañas del Rubí. Las columnas españolas tomaron la ofensiva. La situación se volvió crítica y, el 4 de octubre, se libró en “Ceja del Negro” uno de los encuentros más sangrientos de la Guerra de Independencia. El combate se inició alrededor de las 8 de la mañana. La primera impresión era que las fuerzas cubanas estaban cercadas. Maceo, con certero golpe de vista, descubrió un macizo elevado, cubierto de vegetación que se llama “Ceja del Negro”, donde intuyó que se decidiría el encuentro. Para los cubanos era un lance de vida o muerte. El general Piedra comenta en su historia militar:
“A poco de habernos establecido en “Ceja del Negro”, le dio el general Bernal dos formidables arremetidas, llegando en una de ellas hasta desbaratar una de las formaciones avanzadas de sus defensores, al extremo que tuvo que personarse el propio Maceo”.
En esta acción, Maceo, hizo derroche de heroísmo, animando sus hombres y dando las ordenes pertinentes para sostener las posiciones y organizar el contraataque.
En varios puntos se peleaba cuerpo a cuerpo, los machetes cubanos y las bayonetas españolas chocaban furiosamente en el arrebato de aquel sangriento combate.
Alrededor del mediodía, en un violento ataque los soldados del general Vidal Ducasse, abriéndose paso por dentro del monte, cayeron sobre la artillería española que apuntaba contra los tiradores emboscados en el encinar de la Ceja, y tal fue el ímpetu de aquel ataque que la dotación de artillería quedó deshecha, muertos también los mulos, capturada la cureña, rotos los tirantes que sujetaban el cañón, hubo forcejeo entre soldados insurrectos y varios infantes españoles sobre el cañón ya inútil. Los españoles se lo llevaron cargándolo a cuestas, pero dejaron la cureña y las ruedas en poder de los cubanos.
El fuego era cerrado en toda la línea. La posición de Maceo fue atacada varias veces por la columna de Bernal. El combate duraba 4 horas cuando Maceo ordenó al general Ríus Rivera un ataque a fondo con los veteranos mambises. Esta acción precipitó el desenlace de “Ceja del Negro” al sembrar el desorden en la vanguardia del general Bernal que optó por retirase al cercano fuerte de Murguía desde donde continuó, haciendo varios disparos de artillería sobre las fuerzas de Maceo dedicadas a recoger el botín de guerra que incluía 98 fusiles Máuser y 14,000 tiros.
En los anales de la Guerra de Independencia de Cuba, “Ceja del Negro” es uno de los mas feroces y sangrientos combates donde cubanos y españolas hicieron derroche de coraje.
Maceo contó 42 muertos y 185 heridos entre sus soldados. Los españoles tuvieron mas de 500 bajas entre muertos, heridos y prisioneros. En los maniguales del campo de batalla, los mambises capturaron un improvisado hospital de campaña donde hicieron prisioneros a 26 soldados españoles heridos, que fueron debidamente atendidos y enviados a sus hospitales en Pinar del Rio.
Pocos días después, el general Antonio maceo y sus heroicos mambises regresaron victorioso a las montañas del Rubí con la mayor parte de los suministros de la expedición del general Ríus Rivera.
En “Ceja del Negro” se demostró, una vez más, el genio táctico de Antonio Maceo. Valiente sin límites, ágil, de cuerpo, articulado y apto para todas las transformaciones bélicas, su enorme carisma probó ser factor decisivo en los momentos más difíciles y angustiosos de la pelea.
* Pedro Roig, Esq. es Director Ejecutivo del Instituto de Estudios Cubanos. Tiene una maestría en Historia de la Universidad de Miami y un doctorado en derecho de la Universidad de St. Thomas. Ha escrito varios libros, entre ellos La muerte de un sueño: Una historia de Cuba y Martí: La lucha de Cuba por la libertad. Es veterano de la Brigada 2506.