*Por Jaime Suchlicki.
Calixto García Íñiguez (1839-1898) fue un general revolucionario, segundo al mando de Máximo Gómez Báez tanto en la Guerra de los Diez Años como en la Guerra de la Independencia de 1895 al 1898. Nacido en Holguín, el segundo de ocho hijos fue aprendiz de su tío en La Habana y luego tuvo que regresar al negocio familiar, frustrando su ambición de estudiar derecho. Después de su matrimonio con Isabel Vélez Cabrera, comenzó la Guerra de los Diez Años. Uniéndose a 100 hombres en un levantamiento liderado por Donato Mármol, su habilidad militar fue reconocida en la toma de Bayamo. Cuando las fuerzas de Mármol avanzaron desde el rancho de Santa Rita y tomaron Jiguaní, ganó los elogios de “León de Santa Rita” y “Héroe de Jiguaní”. Después de muchos otros enfrentamientos exitosos, el comandante rebelde Máximo Gómez lo nombró general de brigada. Calixto García fue nombrado jefe de las fuerzas orientales. Cerca del final de la guerra, García intentó dispararse a sí mismo cuando estaba rodeado de fuerzas superiores españolas, pero fue hecho prisionero y recuperado.
Liberado por la paz de Zanjón, viajó a Nueva York. Allí fundó de inmediato la Junta Cubana de Nueva York, independentista. Cuando estalló la Guerra Chiquita navegó a Cuba, pero fue capturado cuando apenas había llegado a la costa este. Una vez más, fue exiliado a España, donde finalmente fue puesto en libertad y trabajó como empleado de banco y profesor de inglés. Regresó a Cuba en la renovación de la lucha de independencia en 1895 y fue nombrado jefe de la provincia de Oriente. En 1897, el presidente McKinley envió al teniente de la Marina Rowan a su campamento, El Aserradero, para determinar cuál sería la postura de los rebeldes cubanos en la inminente guerra hispanoamericana. El almirante Sampson y el general Shafter organizaron una operación combinada tierra-mar contra Santiago de Cuba, que triunfó el 16 de junio de 1898, en gran parte gracias a la admirable cooperación de García y sus tropas. A pesar de decirle a un periodista del New York Herald en septiembre que no existía un gobierno cubano, García acordó en octubre encabezar la delegación de la Asamblea de Representantes del Ejército Cubano y luego, sin consultar a sus colegas delegados, sugirió $3,000,000 como una suma adecuada para pagar el ejército rebelde Lo que sí manifestó, sin embargo, fue su protesta vigorosa cuando se hizo evidente que la intervención de los Estados Unidos en Cuba sería de duración indefinida. Pero luego cayó enfermo y murió de neumonía en Washington, D.C., el 11 de diciembre, pocas horas después de la firma del Tratado de París.
*Jaime Suchlicki es Director del Instituto de Estudios Cubanos, CSI, un grupo de investigación sin fines de lucro en Coral Gables, FL. Es el autor de Cuba: De Colón a Castro y más allá, ahora en su quinta edición; México: de Montezuma al ascenso del PAN, 2ª edición, y de Breve Historia de Cuba.