Según el certificado de bautismo de la catedral de Santiago de Cuba, fechado el 19 de enero de 1935, Fidel Castro nació el 13 de agosto de 1926 en Birán, Oriente. En su nacimiento, y durante los siguientes siete años, su padre, Ángel Castro, estaba casado con María Luisa Argote, una maestra y la madre de los dos medios hermanos de Fidel, Pedro Emilio y Lidia. Su madre, Lina Ruz, había comenzado a trabajar en la casa de Ángel, un “gallego” analfabeto que había luchado como soldado del ejército español bajo las órdenes del Capital General Valeriano Weyler (entre 1897-1898). Con la derrota, el ejército fue embarcado a España. Ángel Castro regresó a su Villa de Láncara en Galicia, donde encontró que su novia se había casado.
¡Para Cuba, el hecho de que la novia no hubiese esperado a Ángel fue una mala jugada del destino! Esta especulación aplica a la infinidad de hechos fortuitos que modifican el curso de la historia.
En 1906, frustrado y sin trabajo, Ángel regresó a Cuba en la enorme oleada de españoles que escapaban de la aplastante miseria que se vivía en España. América Latina era la opción preferida, principalmente Cuba y Argentina.
En efecto, Ángel transitó por varias regiones de Cuba hasta encontrar trabajo fijo en la construcción del Central Azucarero “Preston” cerca de Antilla, en la Bahía de Nipe, zona donde operaba la United Fruit Company. Más tarde, Ángel comenzó su propio negocio, recorriendo las vías del ferrocarril de los centrales azucareros vendiendo agua, limonada y frutas a los cortadores de caña. Una economía en auge permitió al emprendedor Ángel ahorrar suficiente dinero para comprar una granja en Birán, cerca de Mayarí. Entre sus pocos amigos de confianza estaba Fidel Pino Santos. Un hacendado, rico y políticamente prominente en Oriente, Ángel sintió como si Fidel Pino Santos fuera su hermano mayor y llamó a su tercer hijo, Fidel. Ángel se enamoró de Lina que le dio 7 hijos.
En 1930, Lina y Ángel enviaron a Ramón, Angela y Fidel a Santiago de Cuba, donde vivían en la casa del cónsul haitiano, Hippolyte Hibbert. La educación formal de Castro comenzó en primer grado en la escuela “La Salle” de los Hermanos Cristianos, donde se matriculó a través de la influencia de Pino Santos, porque todavía Fidel no se había bautizado.
A medida que crecía, Fidel se tornó agresivo e incluso atacó a un maestro. Fue inmediatamente expulsado de La Salle. El inicio de sus estallidos de violencia incontrolable se remonta a su infancia y adolescencia. Más adelante en su vida, incluso su hermano menor, Raúl, fue intimidado por el comportamiento violento de Fidel.
Para encontrar otra escuela para Fidel, se usó nuevamente la influencia de Pino Santos, y Castro se matriculó en el colegio Jesuita “Dolores”, uno de los preferidos por la burguesía de Santiago.
Para el historiador Will Durant, los Jesuitas habían creado colegios de varones con un extraordinario éxito académico y sus graduados se convertirían en líderes destacados en casi todos los ámbitos de la vida. Esta estrecha y ascética organización estaba vitalmente preocupada por la disciplina, la obediencia y la lealtad. Fundada como una orden militar, los miembros tenían que estar siempre listos para luchar como los mejores soldados de Cristo. “Ad Majorem Dei Gloriam” – “Por la Gran Gloria de Dios”. En 1941, Castro se trasladó de Dolores a los Jesuitas de Belén en La Habana, donde continuó esta rigurosa educación.
Como estudiante de la Escuela Secundaria de Belén a principios de la década de 1940, Castro recibió la influencia de dos de sus maestros, el padre español Armando Llorente y el padre Alberto de Castro. Ambos simpatizantes de la España franquista y la ideología falangista.
Durante sus años de escuela secundaria, el modelo a seguir de Fidel fue el carismático líder fascista José Antonio Primo de Rivera, quien fundó la “Falange Española”. Este comunicador superlativo propuso la ideología fascista de un Estado corporativo. También abogó por un nacionalismo militante.
El fascismo fue el primer paso de Fidel hacia el dogmatismo de las doctrinas totalitarias. Su lucha contra el yanqui estaba enraizada en parte el antagonismo de la “falange” española contra los Estados Unidos por el desastre de 1898, y la pérdida de la amada colonia cubana.
En 1945, Fidel ingresó en la facultad de derecho de la Universidad de La Habana. Protegida por su autonomía, la universidad era un santuario para los agitadores políticos, donde el activismo estudiantil, la violencia y las peleas de pandillas eran comunes. En la universidad, Castro adquirió una reputación de violencia, ambición política y comunicador efectivo. Sin embargo, nunca se convirtió en un prominente líder estudiantil.
Castro entró en el “campus” universitario, listo y dispuesto a ser parte de este entorno sangriento y degradante. Pronto él llevaba una pistola y la usaba. Le disparó e hirió a Leonel Gómez, un rival político y se unió a la pandilla pseudo-revolucionaria de Emilio Tro, “Unión Insurreccional Revolucionaria” (UIR). En realidad, Emilio Tro se convirtió en el “padrino” de Fidel Castro. Estos pistoleros encontraron santuario y aliados en la Universidad de La Habana.
El ídolo de la nueva generación era Eduardo Chibás, el líder del “Partido Ortodoxo”. Extraordinario comunicador, valiente y propenso a los episodios de depresión, Chibás se convirtió en el evangelio de la generación joven.
Enemigo del obsoleto dogma marxista-leninista, en una ocasión Chibas le dio bofetadas a Blas Roca, el secretario general del Partido Comunista, y monopolizó la retórica revolucionaria del nacionalismo, la honestidad, la justicia social y las libertades individuales. Fidel Castro pronto se uniría al Partido “Ortodoxo de Chibás, pero continuó a la deriva en aventuras violentas.
En el verano de 1947, Castro se inscribió en la abortada invasión para derrocar a Trujillo, el dictador dominicano. La expedición fue pagada por José Manuel Alemán, el corrupto secretario de Educación, y dirigido por el excomunista Rolando Masferrer. Las fuerzas expedicionarias se reunieron en “Cayo Confites”, una pequeña isla frente a la costa de Camagüey hasta que el presidente Ramón Grau ordenó a la pequeña marina cubana que suspendiera la invasión.
El 29 de marzo de 1948, Fidel Castro viajó a Bogotá, Colombia, como miembro de la delegación de estudiantes cubanos a una asamblea regional que protestaban contra la Novena Conferencia Internacional de las Américas, para crear la Organización de Estados Americanos, OEA. Los estudiantes, en su mayoría patrocinados por el dictador fascista argentino, Juan Domingo Perón, debían organizar reuniones de protesta antiimperialistas. En este momento, Colombia estaba en las garras de una elección altamente disputada donde el partido conservador enfrentaba la posibilidad de derrota en las urnas a mano de Jorge Eliécer Gaitán, el elocuente y carismático candidato liberal.
El 9 de abril, las esperanzas y los sueños de las masas colombianas fueron destrozados por un fanático que disparó y mató a Gaitán. Bogotá explotó con fuerza cataclísmica de furia y derramamiento de sangre. Un tercio de Bogotá fue quemado en el caos. Castro se apoderó de un rifle y se unió a la pelea y a la distribución de propaganda anti-Yankees. El “bogotazo” duró dos días terribles. Al final, el ejército colombiano aplastó el levantamiento liberal.
De estas experiencias, está claro que Castro estaba dispuesto a usar la violencia como modo de lucha política. También aprendió que el ejército era un obstáculo para alcanzar el poder, una lección que nunca olvidó.
Mientras estaba en la universidad, Castro se casó con Mirta Díaz-Balart, una joven estudiante de filosofía, madre de su hijo Fidel Castro Díaz-Balart. (Castro Diaz-Balart se suicidó recientemente). El matrimonio con Mirta más tarde se rompió. En 1950 Castro se graduó y comenzó a ejercer la abogacía en La Habana. Se postuló como candidato ortodoxo para el Congreso, pero cuando las elecciones de junio de 1952 fueron abortadas por el golpe de Estado de Fulgencio Batista, Castro se convenció de que la violencia era el único medio efectivo de oposición y poder.
Fidel Castro, el oportunista supremo, no perdió el tiempo. El dogma comunista encajaba con sus ambiciones políticas y especialmente con el dictamen de Lenin de alcanzar el poder total: “No puede haber movimiento revolucionario sin un dogma revolucionario”, agregando la esencia del evangelio de Lenin: “El poder totalitario se sostiene sobre el terror y el miedo”.
Fidel sabía que tenía que ocultar su preferencia ideológica totalitaria de los cubanos, pero podía usar a Raúl como un vínculo confiable. Raúl acababa de cumplir 22 años y estaba ansioso por complacer a su hermano mayor. Fue apropiado enviar a Raúl en una tarea importante. En marzo de 1953, cuatro meses antes del ataque al cuartel Moncada, Raúl viajó a Viena para asistir a la Conferencia Mundial Juvenil Comunista. Después, se fue a Bucarest, Budapest y Praga. A Raúl le gustó lo que vio y se convirtió en un comunista militante y el brazo armado de su hermano.
Fidel Castro exhibió siempre una incontrolable violencia. Matón sin escrúpulos, su desmesurada egolatría lo llevó a aplicar el terror, el miedo y la miseria hasta el último día de su infame vida. El crimen y la ruina de Cuba es su legado histórico.
* Pedro Roig, Esq. es Director Ejecutivo del Instituto de Estudios Cubanos. Tiene una maestría en artes de la Universidad de Miami y un doctorado en derecho de la Universidad de St. Thomas. Ha escrito varios libros, entre ellos La muerte de un sueño: Una historia de Cuba y Martí: La lucha de Cuba por la libertad. Es veterano de la Brigada 2506.