Después de la destrucción de los buques de guerra españoles en la entrada del Puerto de Santiago, la ciudad fue rodeada por el ejército de Estados Unidos y las tropas cubanas, que cortaron las fuentes de suministro de agua en «Cuabitas». El gobierno español estaba desconcertado. En Madrid reinaba la más absoluta confusión. El 16 de julio de 1898, Santiago de Cuba capituló.
Esto ocurrió en el momento adecuado para el Ejército de los Estados Unidos. Desde su desembarco el 22 de junio, las fuerzas estadounidenses habían sufrido casi el 10 por ciento de bajas entre muertos, heridos en combate y enfermedades tropicales.
Uno de los regimientos más populares que pelearon en Cuba fue el de los “Rough Riders” que peleó como infantería y se convirtió en una unidad favorita para el reclutamiento tan pronto como se supo que Leonard Wood y Teddy Roosevelt, ambas figuras ya populares, iban a liderar el regimiento. Más de 2,500 hombres se ofrecieron como voluntarios en las primeras 48 horas, de los cuales 1,200 fueron aceptados para luchar en Cuba. Venían de todos los Estados Unidos y diez países extranjeros. Había agricultores, abogados, predicadores, vaqueros, mineros, estudiantes universitarios y playboys de la alta sociedad del noreste de EE. UU. Los “Rough Riders” pelearon en «Las Guásimas» y en la Loma de San Juan con valentía, y sufrieron la tasa más alta de bajas del ejército norteamericano (21 por ciento).
Inmediatamente después de la destrucción de los buques de guerra del almirante Cervera, los oficiales de los Estados Unidos exigieron la rendición de Santiago.
El 13 de julio, bajo la bandera de la tregua, los oficiales españoles y estadounidenses negociaron los detalles de la capitulación. Eso ocurrió bajo la sombra de un gran árbol de «Ceiba» conocido en Cuba como «El árbol de la paz”.
Los artículos de capitulación se firmaron el 16 de julio y las ceremonias formales se llevaron a cabo al día siguiente. Los oficiales cubanos no estuvieron presentes durante las negociaciones de rendición y el irredimible general William Shafter, en un abominable acto de prejuicios y desprecio, negó a las fuerzas del general Calixto García el derecho, ganado con sangre y sacrificio, de marchar victoriosamente por las calles de Santiago de Cuba. La injustificada orden de Shafter fue un golpe doloroso para los cubanos y entró en las páginas de nuestra historia como una muestra de intolerable arrogancia.
La orden de Shafter se basó en posibles represalias por parte de soldados cubanos contra los españoles. Esta fue una evaluación injusta. Hubo casos aislados de represalias, pero las fuerzas rebeldes que tomaron el control de docenas de pueblos y ciudades como Bayamo, Gibara, Manzanillo, Puerto Padre y Camagüey, mantuvieron la paz y protegieron vidas y propiedades. Los dignos mambises fueron honorables caballeros en la victoria.
El 23 de septiembre de 1898, cuando el General Shafter recibió la orden de regresar a los Estados Unidos, Leonard Wood, recién nombrado Gobernador de Oriente, pidió al general Calixto García que entrara en Santiago de Cuba al frente de las tropas a su mando. Ese día el legendario ejército cubano fue aclamado en su marcha gloriosa por las calles de Santiago. La indómita cuna de héroes le rendía honores al glorioso ejército mambí.
* Pedro Roig, Esq. es Director Ejecutivo del Instituto de Estudios Cubanos. Tiene una maestría en artes de la Universidad de Miami y un doctorado en derecho de la Universidad de St. Thomas. Ha escrito varios libros, entre ellos La muerte de un sueño: Una historia de Cuba y Martí: La lucha de Cuba por la libertad. Es veterano de la Brigada 2506.