Por: Pedro Roig

Nació en Sitges, Cataluña, España. Joven veterano de la Guerra Carlista, en 1874 embarcó para Cuba y se estableció en La Habana. Dos años después se radicó en Santiago de Cuba donde, en 1878 conoció al Mayor General Antonio Maceo antes de su partida a Jamaica, después del fin de la Guerra de los Diez Años.

Al estallar la Guerra de Independencia (1895-1898), José Miró, con el grado de coronel, combatió en Ciego de la Rioja (14 de abril de 1895) contra la columna del coronel Ulpiano Sánchez Hechevarría. El encuentro se extendió a los Moscones y Ojo del Agua.

El Mayor general Antonio Maceo le ratificó el grado y lo incorporó a su estado mayor. El Coronel Miró combatió con audacia y coraje en Peralejo el 13 de julio de 1895, por lo cual Maceo lo ascendió a general de Brigada, y lo designó como jefe del Estado Mayor de la columna invasora con la cual partió el 22 de octubre de 1895 desde Baraguá.

Su hoja de servicio junto a Antonio Maceo es admirable, destacándose durante la invasión en los combates de Iguará, Mal Tiempo, Coliseo, y luego en la campaña de Pinar del Río donde peleó con singular coraje en Cacarajícara y el Rubí.

El 4 de diciembre de 1896, el lugarteniente general Antonio Maceo cruzó la bahía del Mariel en el pequeño bote correo que utilizaban los insurrectos. Maceo iba acompañado de un reducido grupo de oficiales que incluía al general José Miro.

El 7 de diciembre el campamento insurrecto de San Pedro fue sorprendido por una columna española. En el encuentro cayó Antonio Maceo -el “Titán de Bronce”-, y “Panchito” Gómez Toro, hijo del General Máximo Gómez. José Miró fue herido en el aciago combate.

Repuesto de las heridas, y profundamente entristecido por la muerte de su entrañable jefe y amigo, Antonio Maceo, Miró fijó su área de operaciones en la región de Manzanillo-Bayamo. En esta etapa continuó desarrollando y compilando sus valiosos testimonios militares, recogidos en las “Crónicas de la Guerra” donde describe, con brillante prosa, la campaña de la Invasión desde octubre de 1895 a enero de 1896 (Publicada en 1909). Con esta obra, José Miró Argenter, contribuyó a consagrar la figura legendaria del héroe nacional de Cuba, Antonio Maceo, y enalteció su sacrificio y lucidez como protagonista de la Guerra de Independencia.