Los Castellanos: Sacrificio, coraje y honor

Brigada 2506 Raices Mambisas

Los Castellanos: Sacrificio, coraje y honor

Por: Pedro Roig

La vida de José Rafael Castellanos Guillén del Castillo (1779-1870) fue el preludio de un parto heroico de cuatro generaciones de camagüeyanos que hicieron de la noble hidalguía de familia una vocación de sacrificio por la libertad de Cuba.

Camagüey era el centro de la zona ganadera de Cuba que, en esta época, se extendía desde Sancti Spiritus a Bayamo.  Numerosas haciendas y potreros dedicados al ganado vacuno generaron una sólida y creciente prosperidad económica.

Por muchos años, la familia Castellanos dedicó esfuerzos y experiencia a desarrollar las haciendas San Cayetano y Monte Carmelo, esta última a menos de 10 kilómetros de Guáimaro, donde se proclamó la primera constitución de la República de Cuba en Armas.

En el hogar de Castellanos Guillén del Castillo, se forjó un ideal de libertad inspirado en la lectura de los clásicos girondinos de la Revolución Francesa, que llevaron a su hijo José Rafael Castellanos Arteaga a unirse a su amigo y vecino Joaquín de Agüero y Agüero en la Sociedad Libertadora de Puerto Príncipe.

Su propósito era iniciar la lucha armada coincidiendo con el desembarco de Narciso López, con el fin de separar a Cuba de España.  El 4 de julio de 1851, en la finca San Francisco de Jucaral (en el sitio conocido como El Palenque), Joaquín de Agüero, con unos 60 hombres proclamó la independencia y la abolición de la esclavitud.  Allí estaba listo para el combate José Rafael Castellanos Arteaga.

El 8 de julio las bisoñas fuerzas cubanas atacaron Las Tunas, divididos en dos columnas que fueron rechazadas.  El 13 de julio, en la finca San Carlos, se reanudó la pelea.  José Rafael Castellanos Arteaga tuvo el privilegio de participar en el primer encuentro armado entre fuerzas cubanas y españolas en la lucha por la independencia de Cuba.

El 23 de julio de 1851, acampados en Punta Ganado muy cerca de Nuevitas, Agüero y cinco supervivientes fueron sorprendidos y apresados.  El tribunal militar condenó a Joaquín de Agüero, a Betancourt, de Zayas y Benavides a morir en el garrote.  Castellanos y Pierra recibieron 10 años de prisión en Ceuta.

Luego de cumplir su condena, José Rafael Castellanos Arteaga, regresó al seno de su familia y junto a su anciano padre y a su hijo José Rafael Castellanos Pinto, se sumaron a las conspiraciones que se desarrollaban en la región de Puerto Príncipe.

El 4 de noviembre de 1868, los camagüeyanos respondieron al Grito de Yara (10 de octubre de 1868), que dio inicio a la Guerra de los Diez Años.  El alzamiento de Camagüey se efectuó en el paso del río Las Clavellinas, a 13 km de Puerto Príncipe.

El mismo día, los cubanos tomaron el pueblo de Guáimaro, y fue allí donde tres generaciones de la familia Castellanos dijeron presente en aquella alborada de la Guerra de Independencia.  José Rafael Castellanos Arteaga, abogado y magnífico orador, fue electo representante a la Cámara de la República de Cuba en Armas, y participó en los intensos debates que culminaron en la proclama de la Constitución de Guáimaro (10 de abril de 1869).

En efecto, atrás quedaban las comodidades de la hacienda y junto a entrañables amigos de la infancia, los Castellanos (incluyendo a Federico Castellanos Arteaga, hermano de José Rafael) formaron en las filas del Ejercito Libertador.  El patricio, con 90 años, dignificó la Asamblea de Guáimaro con su augusta presencia.  En noviembre de 1870, murió el viejo patriarca.  Hasta el último suspiro de vida (91 años) luchó por la libertad de Cuba.

Sus hijos y su nieto Castellanos Pinto, excelentes jinetes, se sumaron a la caballería camagüeyana, considerada como una de las mejores de la época, al mando del mayor general Ignacio Agramonte, a quien José Martí llamó: “Un diamante con alma de beso”.

José Rafael Castellanos Arteaga, patriota ennoblecido por largos años de sacrificios, acompañó al insigne Joaquín Agüero y Agüero en su trágica jornada, sufrió prisión en Ceuta, formó en la gloriosa caballería camagüeyana a las órdenes de Ignacio Agramonte y Máximo Gómez, peleó en numerosos combates incluyendo la Sacra (9 de noviembre de 1873) y Palo Seco (2 de diciembre de 1873), muy cerca de la hacienda Monte Carmelo, y cayó, firme en su devoción a la libertad, el 28 de enero de 1875.  Al morir tenía 55 años.

El 22 de mayo de 1875, José Martí le dedica frases de admiración y respeto al héroe mambí.  Escribe al Apóstol en la revista Universal: “Ha muerto Castellanos.  Vida y muerte gloriosa donde fueron todos los deberes modesta y heroicamente cumplidos…”.

Su hijo, José Rafel Castellanos Pinto, continuó el legado de lucha y su nieto Luis Rafael Castellanos López, heredero de las Raíces Mambisas de su familia, integró la Brigada 2506.

José Rafel Castellanos Pinto

Abuelo

Luis Rafael Castellanos López

Nieto
Batallón 5 #4036
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