El reciente crecimiento de la participación de Rusia en la crisis venezolana debe preocupar a los Estados Unidos. El aumento de las ventas de equipos militares, las visitas de aviones militares rusos y la voluntad de Putin en alentar a Maduro a permanecer en el poder, es un indicio de una creciente proyección del poder ruso en el hemisferio occidental.
Rusia también está interesada en Venezuela por otras razones. Si Maduro sobrevive a la crisis actual y puede mantener el control durante un período más largo, Rusia y Cuba podrían reclamar una victoria importante, los Estados Unidos parecerían débiles en América Latina, y los cubanos y rusos se habrían consolidado como aliados y enemigos de los Estados Unidos en la región.
Putin también puede preferir un régimen de Maduro débil en lugar de uno capitalista apoyado por los Estados Unidos. Desde el punto de vista de Rusia, una industria petrolera débil que no puede exportar los vastos recursos petroleros de Venezuela es una ventaja para la economía rusa: menos petróleo y precios más altos en el mercado mundial son buenos para Rusia. Una industria petrolera venezolana bien administrada, apoyada por los EE. UU., bajaría los precios mundiales y competiría con el petróleo de Rusia.
Desde el punto de vista de Cuba, el apoyo de Rusia a Maduro y la presencia de las fuerzas militares rusas es un avance positivo. Los rusos en Venezuela pueden disuadir cualquier acción de los Estados Unidos contra Venezuela y Cuba. También debilita la política de Estados Unidos en América Latina, proporcionando a países como Nicaragua y Bolivia una fuente de poder y apoyo. También puede alentar a otros países de la región a adoptar políticas y acciones hostiles contra Estados Unidos, aliviando así la presión estadounidense sobre Cuba y fomentando una América Latina más pluralista.
Si los rusos siguen sus recientes políticas con una mayor presencia militar en el Caribe, esto podría llevar a una posible confrontación con los Estados Unidos. La posible presencia de submarinos rusos que transportan armas nucleares en aguas cubanas, venezolanas o nicaragüenses fomentaría una sensación de inseguridad entre los estadounidenses y obligaría a los Estados Unidos a una respuesta de confrontación. Naturalmente, los matices de la crisis de los misiles de 1962 vienen inmediatamente a la mente. El peligro de una escalada ya sea por diseño o por accidente, podría llevar al mundo a una nueva confrontación nuclear.
*Jaime Suchlicki es Director del Instituto de Estudios Cubanos, CSI, un grupo de investigación sin fines de lucro en Coral Gables, FL. Es el autor de Cuba: De Colón a Castro y más allá, ahora en su quinta edición; México: de Montezuma al ascenso del PAN, 2ª edición, y de Breve Historia de Cuba.