*Por Pedro Roig
Si Cuba pudiera llamarse de otra forma “Martí” se llamaría, porque él como nadie, antes ni después, logró despertar en el alma del cubano la fe en la libertad.
Martí fue el guía generoso y visionario, el político conciliador y fecundo, el líder carismático que predicó el sacrificio y convocó a la magna empresa de la guerra “justa y necesaria”.
Decía Martí: “Y ahora a formar filas. Con esperar allá en lo hondo del alma no se fundan pueblos… Alcémonos para la república verdadera… y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante, con todos y para el bien de todos”.
Martí creía en la plena libertad del ciudadano y condenaba las dictaduras y los dogmas intolerantes, señalando con diáfana claridad: “Con un poco de luz en la frente no se puede vivir donde mandan tiranos”. Que es una condena directa y precisa a la dictadura marxista-leninista impuesta en Cuba por Fidel Castro.
El 5 de enero de 1892, al fundarse en el exilio el Partido Revolucionario Cubano, la causa de la libertad cuenta con un formidable órgano para recaudar fondos, unir a los jefes mambises y organizar la lucha armada.
El 24 de febrero de 1895, estalla la guerra. Los cubanos empuñaban las armas para alcanzar su libertad de la degradante dominación de España.
Era la guerra de Martí, el apóstol, el poeta, el guía de la entrega generosa y el supremo sacrificio. Inspirado en la pureza de sus ideales Martí nos dice: “Yo evoqué la guerra… Mi responsabilidad comienza con ella en vez de acabar, para mí la patria no será nunca triunfo sino agonía y deber… Ahora hay que dar respeto y sentido humano y amable al sacrificio…Yo alzaré al mundo. Pero mi único deseo seria pegarme allí, al último tronco, al último peleador, morir callado. Para mí ya es hora”.
El 11 de abril de l895, Martí, el apóstol que llama al sacrificio, se incorpora al ejército libertador y el 25 de abril escribe en su diario: “José Maceo vino a buscarnos…a las 5, abierto los ojos, colt al costado, machete al cinto y a caballo.”
El 19 de mayo de l895, Martí junto a los generales Máximo Gómez y Bartolomé Masó acampan con sus tropas en Dos Ríos. Al medio día se escuchan disparos. La columna española del coronel Jiménez Sandoval avanzaba sobre el campamento cubano que de inmediato desplegó su línea de combate.
Máximo Gómez, al frente de la caballería, le pide a Martí que se quede en el campamento, junto al ayudante de nombre profético Ángel de la Guardia.
Que pensamientos cruzaron por la mente del apóstol en aquel minuto del combate, nadie lo sabe, lo cierto es que Martí montó el caballo, regalo de José Maceo, y en compañía de Ángel de la Guardia se lanzó a la pelea.
En efecto, había llegado la hora de Martí. A los pocos minutos, erguido “de cara al sol” cayó mortalmente herido el héroe de la libertad de Cuba.
La muerte de Martí en Dos Ríos le dio al sacrificio de su vida un sentido profundamente evangélico. En torno a su ideal de libertad cristalizó el impulso heroico de las generaciones de patriotas que responden a su prédica apostólica que nos dice: “Con un poco de luz en la frente no se puede vivir donde mandan tiranos”.
* Pedro Roig, Esq. es Director Ejecutivo del Instituto de Estudios Cubanos. Tiene una maestría en historia de la Universidad de Miami y un doctorado en derecho de la Universidad de St. Thomas. Ha escrito varios libros, entre ellos La muerte de un sueño: Una historia de Cuba y Martí: La lucha de Cuba por la libertad. Es veterano de la Brigada 2506.
3 thoughts on “19 DE MAYO DE 1895 – LA MUERTE DE JOSÉ MARTÍ”
Hoy conmemoramos la muerte del crisol de la revolución cubana. El crisol que fundió el metal que unía el espíritu ideológico, político y revolucionario de los valientes cubanos que luchaban afar contra la tiranía española.
Excelente artículo, gracias
Muy oportuno su artículo y muy bien explicado en ese corto espacio, pero me gustaría ofrecerle una aclaración.
En realidad, Gómez no le pidió a Martí que se quedara en el campamento; esta inexactitud fue perpetuada por la película “La Rosa Blanca”. Martí cruzó el río con Gómez, Borrero, Bartolomé Masó y muchos otros, Gómez dejó a Martí con Masó y marchó a probar el flanco derecho enemigo con el grueso de la tropa. Fue entonces que Martí, seguido solamente por Ángel de la Guardia, invitó a cargar contra el enemigo. El cruce del río lo relata Piedra Martell; la invitación a cargar la confirma Dominador de la Guardia, hermano de Ángel, quien la escuchó pero no respondió a ella.
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