Por: Rolando A. Alum Linera*
Capítulo en: Anuario Histórico Cubanoamericano (Una publicación de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio)
// AHCE // No. 7 (Otoño/Fall-2023); pp.:152-163.
“Tengo la impresión de que el régimen de Castro –a diferencia de Marx y Engels– no descarta al proletariado ‘lumpen’ como una fuerza inherentemente…antirrevolucionaria…” Oscar Lewis (1968)
Summary: I have been writing for decades about the aborted Lewis-Butterworth’s “Culture of Poverty” Project in Socialist Cuba [1969-70]. I summarize here past findings and update them with fresh research, while focusing on the Ínsua family –its main victims– as well as rebutting Dr. Susan Rigdon, the O. Lewis biographer, who has recently insulted them (and me) online [vid Alum, 2020].
I–Exordio:[1] In 1969 el famoso antropólogo sociocultural (etnólogo) estadounidense Oscar Lewis [1914-1970] fue a Cuba acompañado de su esposa Ruth Maslow Lewis [1916-2008] y de su principal colega, Douglas Butterworth [1930–1986], con el propósito de conducir el primer estudio en un país “socialista” sobre la “Cultura de la Pobreza” [C-P en adelante]. Tenían la anuencia excepcional de la máxima cúpula gubernamental –hasta del mismo Fidel Castro– que llanamente esperaba resultados favorables al gobierno con fines propagandísticos posteriores.
El estudio investigativo [el Proyecto en adelante] estuvo rodeado de controversias y aún se encuentra entre los relatos menos trasparentes en la historia de la Antropología. Esto es así a pesar de, o precisamente debido a, que reveló información demostrativa sin precedentes acerca de los efectos iniciales de la regimentación socialista en Cuba a partir de 1959. Mi propósito principal es el de arrojar cierta luz sobre lo que sucedió al respecto, así como el actualizar acerca de las secuelas que continúan surgiendo, y que más recientemente incluyen ataques online [vía la Internet] al obituario de mi autoría de Álvaro Ínsua (la principal víctima del Proyecto) por parte de Susan Rigdon, la biógrafa de O. Lewis (ver especialmente Alum, 2020).
II–Enigmas de la teoría de la C-P: Influenciado por el análisis marxista, y basado en sus estudios previos –principalmente entre mexicanos y puertorriqueños– Lewis había catalogado los aspectos comunes del elusivo dilema de los pobres en sociedades capitalistas (Dikes, 2011). Aunque la pobreza se define en términos relativos, la C-P se conceptualiza como un cuerpo amorfo de creencias y conductas transmitidas socio-culturalmente de generación en generación entre los pobres, y que exhiben ciertos valores y comportamientos interrelacionados; por ejemplo: baja ética de trabajo y de conciencia socio-cívica, abuso doméstico, alcoholismo, consumo conspicuo, desesperanza, fatalismo, homofobia/machismo, iniciación a actividades sexuales a temprana edad, matrifocalidad, misoginia/sexismo, sospecha de las autoridades policíacas, y sobre todo gratificación/orientación inmediata.[2]
Con el apoyo de una generosísima subvención inicial sin precedentes de la Fundación Ford –de casi $300,000 dólares (el equivalente de unos $2.5 millones en 2023)– los antropólogos intentaron someter a prueba un corolario de Lewis a su propia teoría de la C-P. Con una ingenuidad asombrosa, planteaban que la C-P no podría existir en un país comunista, ya que asumían que las condiciones socioeconómicas enajenantes que la engendran no podrían existir bajo el socialismo.
III–Trascendencia del Proyecto: Por supuesto que siempre hubo cubanos pobres –y de todo fenotipo– desde la época colonial, y es concebible que existiera alguna versión de la C-P en los apenas 57 años de la era republicana [1902-1958]. No obstante, en mis propias comunicaciones con Butterworth (el asociado de Lewis), me confirmó otro hallazgo notable que él desarrolló más ampliamente en su excelente etnografía, The People of Buenaventura (1980), acerca de los residentes de viviendas públicas en las afueras de La Habana donde fueron relocalizados antiguos pobladores de favelas. A pesar de que tenían muy pocos años de fabricadas, dichas edificaciones ya estaban plagadas de abandono y “nada funcionaba bien”. Aunque Butterworth reconoció las deficiencias socioeconómicas de la Cuba de Ayer, no pudo confirmar –por ejemplo, a través de las “historias de vida” que logró recopilar entre sus entrevistados– si una C-P generalizada al estilo de la conceptualización de Lewis existiera antes de 1959 (Alum, 1982, 2019, 2020, 2022).
Sin embargo, Butterworth pudo verificar que sí existía ya una C-P generalizada en 1969-70, aunque no necesariamente como sobreviviente del llamado ancien régime. Al contrario, estimó que la C-P que descubrió apuntaba a ser una consecuencia, precisamente, del sistema socialista post-1959. Por lo tanto, el corolario de la tesis de Lewis de la supuesta imposibilidad de la C-P en un sistema socialista resultó ser refutada empíricamente. A pesar de esta obvia conclusión –y propongo que por razones ideológico-políticas que permean el mundo académico, especialmente el estadounidense– poca atención se la ha dado en la literatura de la Cubanología o de las ciencias sociales en general, cosa que debería considerarse un escándalo intelectual.
El Proyecto de Lewis y Butterworth –quienes como otros estudiosos extranjeros en un principio simpatizaron con el gobierno de Fidel y Raúl Castro– proporcionó revelaciones notables que los defensores foráneos de la dictadura todavía continúan obviando (ver Alum, 2022). Entre otras cosas, demostró que la vida del cubano promedio hacia finales de la década inicial del régimen ya estaba atestada de corrupción, escasez de alimentos y de productos de consumo en general, así como de un desencanto extensivo con los gobernantes, que a su vez pretendían controlar al pueblo por medio de un pavoroso reino de terror estatal. Todo esto es característico de lo que se denomina en las ciencias sociales las “economías de escasez”, el estándar que se practicaba en las sociedades europeas de modelo soviético que incluía métodos de control socio-policíaco asfixiantes (Eberstadt, 1988).[3]
Asimismo, Butterworth retrató cómo los cubanos “de a pie” ya se dedicaban para entonces a lo que hoy llamamos “formas cotidianas de resistencia”, el arma social de los subyugados en cualquier lugar <https://en.wikipedia.org/wiki/Everyday_resistance>. También informó cómo los cubanos ya estaban socavando el estado hegemónico a través de acciones tabú, como: el ausentismo, mercado negro, hurtos, sobornos, y vandalismo, al igual que lo han descrito otros observadores extranjeros (por ej., el periodista español Botín, 2011; el diplomático chileno Edwards, 1973; y la antropóloga estadounidense Hirschfeld, 2008), así como exparticipantes ya exiliados que he logrado entrevistar.
IV–Cancelación del Proyecto: Como se supo después con amplia evidencia, el gobierno espiaba todo aspecto del Proyecto: electrónicamente, plantando espías en el personal de oficina y de servidumbre, e incluso los vecinos de los apartamentos asignados a los Lewis para oficinas y residencias en edificios en la otrora exclusiva barriada de Miramar, confiscados a cubanos que habían partido al exilio. Hasta la mayoría de los entrevistados para el estudio fueron escogidos detrás de bambalinas por el temido órgano de la Seguridad del Estado. Además, los entrevistadores eran principalmente miembros de la “Juventud” del hegemónico oficialista Partido Comunista, quienes llegaban al punto de regañar a los pobres entrevistados que se atrevían a quejarse del régimen. A su vez, los entrevistadores tenían que reportar a oficiales del gobierno las actividades diarias del Proyecto, según me contó a mí –y también a la historiadora Lillian Guerra (2015)– la psicóloga Maida Donate (2011), quien participó en el Proyecto, aunque ya lleva tiempo exiliada en EE.UU.
Evidentemente, al enterarse el gobierno de las conclusiones negativas que se iban elucidando — entre otras razones– los antropólogos y sus asociados extranjeros fueron súbitamente expulsados del país a mediados de 1970, acusados, incluso públicamente, de “espiar para el imperialismo”. Gran cantidad de los materiales de investigación, así como equipos (fotocopiadoras, maquinillas de mecanografiar, grabadoras, etc.), y automóviles VW importados por Lewis fueron confiscados. Peor aún, Álvaro Ínsua [1935-2019], quien aparte de servirle como entrevistado ayudó a Lewis con estadísticas –su profesión en la Academia de Ciencias de Cuba– fue encarcelado, irónicamente el 4 de julio de 1970, acusado de “colaborar con espías extranjeros”, y su esposa Greta fue hostigada.
Aparte del libro de Butterworth (1980), otros tres volúmenes resultaron del Proyecto: la “Trilogía”, titulada paradójicamente Living the Revolution [Viviendo la Revolución (1977-78)], editada por Mrs. Lewis con la ayuda de la contratista Susan Rigdon, y basados en el material de entrevistas que los Lewis habían logrado sacar de Cuba previo a la cancelación del Proyecto.[4]
V–Compendio: Es lógico concluir que a pesar del conocido costo humano y material –y de su propaganda desmesurada– el régimen castrista no solo no logró resolver los problemas sociales tradicionales del país, sino que los exacerbó, aparte de crear otros nuevos (Botín, 2011; Eberstadt, 1988). Mucho de esto ya se estaba manifestando en la década de los 60 (Edwards, 1973; Halperin, 1981), como se refleja en el doloroso episodio del malogrado Proyecto de Lewis-Butterworth.
Los Ínsua fueron abandonados en Cuba a su suerte. En mayo de 1980 se les “permitió” salir a Costa Rica con su hijo Manolito y su esposa Mirna, y su vástago, Jimmy, más la madre y una tía de Álvaro, llegando luego a Miami, coincidiendo con el arribo de los refugiados del Mariel. Seis meses más tarde se mudaron aquí, al norte de Nueva Jersey, donde les di la bienvenida personalmente; y cinco años más tarde regresaron a Miami al ser nombrado allí Álvaro –también por sugerencia de varios de nosotros– el corresponsal principal del incipiente Radio Martí (del Gobierno de EE.UU.).
VI–Debate Vs. S. Rigdon: Al fallecer Ínsua a principios de 2019, la American Anthropological Association aceptó mi propuesta de publicar su obituario en el ANTHRO NEWS, órgano de la organización. Pero la antes mencionada Susan Rigdon, quien había coeditado con Mrs. Lewis la ya citada “Trilogía” (1977-78 [ver Nota 4]), y además, había publicado la biografía de Oscar Lewis –a petición de Mrs. Lewis (Rigdon, 1988)– me refutó hostilmente por escrito vía online [Internet] (ver R. Alum, 2020, “Álvaro Ínsua–Obituary”, ANTHRO NEWS); por ejemplo, Rigdon:
1—Intentando mancillar la memoria de Álvaro, cuestionó el número de duros años que él cumplió en prisión, que incluyó campos de trabajo forzado: Fueron seis; pero Rigdon esgrime que fueron menos, como si eso, de todas maneras, cambiara la ecuación.
2—Negó que Greta Ínsua haya participado en el Proyecto: Aunque no figuraba en la nómina oficial por razones tácticas, sí colaboró estrechamente (pro bono), según me contaron Álvaro, Greta y Manolito Ínsua en nuestras múltiples conversaciones a través de las décadas. Es evidente que los Ínsua eran prácticamente los únicos cubanos en quienes Oscar Lewis podía confiar.
3—Negó que el Proyecto fuera cancelado por el gobierno debido a las conclusiones negativas al régimen que iban surgiendo: Pero hasta ahora, Rigdon no ha ofrecido otra explicación confiable.
4—Absurdamente, hasta cuestionó cómo y cuándo Álvaro y yo entablamos contacto: Dió la casualidad que Barbara Hutchinson, otrora attaché cultural en la embajada de EE.UU. en Santo Domingo –donde me había dado la bienvenida como becado Fulbright en los años ’70– fue enviada por el Presidente Carter como funcionaria diplomática al abrirse la Sección de Intereses en La Habana en 1978. Cuando Ínsua fue a solicitar visa de EE.UU. explicando su participación en el Proyecto de Lewis, Hutchinson le habló de mí y nos puso en contacto estando yo aun en República Dominicana conduciendo mis propios estudios de campo entre cortadores de caña (e.g., Alum, 1985;
<https://www.nytimes.com/1984/03/25/obituaries/barbara-a-hutchison-us-aide-seized-in-74.html>).
5—Negó falsamente que el Proyecto se enfocara en la C-P: Ese enfoque es obvio y está bien aclarado por la misma viuda de Lewis en el primer volumen de la “Trilogía” (1977-78), y como se desprende también de los archivos en la Fundación Ford y en la Universidad de Illinois a los que he tenido acceso indirectamente gracias al profesor Steven Dikes (2011) de la Universidad de Colorado (Comunicación Personal), quien es un reconocido experto en la C-P y el legado intelectual de Lewis.
6—Negó que los Lewis abandonaron a los Ínsua: Historial que es indiscutible (Alum, 2019, 2021).
Es de notar, además, que Rigdon no es antropóloga, sino historiadora; es experta en la China (donde ha pasado tiempo), no en Iberoamérica; no participó en el Proyecto, ni siquiera conoció a O. Lewis (solo devino en amiga cercana y contratista de Mrs. Lewis años más tarde); no es ducha en el idioma español; y nunca entrevistó a los Ínsua directamente, o a ningún otro participante del Proyecto; y jamás se interesó por tenderle una mano a los Ínsua. Pero, así y todo, ella pretende: (A) saber más que la familia Ínsua acerca de su propia odisea, y (B) hasta de cómo y cuándo nos contactamos inicialmente, etc. Es más, en la Antropología consideramos a los entrevistados como semisagrados; pero –con una ausencia de sensibilidad y compasión inaudita– Rigdon le falta el respeto a los Ínsua. Y uno se pregunta: ¿No es esto un ejemplo de lo que ahora tildan “apropiación cultural”? <https://en.wikipedia.org/wiki/Cultural_appropriation>. Puede que esté errado, pero apuesto a que Rigdon no se hubiera atrevido a lanzar sus insultos si en vez de ser cubanos disidentes, las víctimas hubiesen sido de otra nacionalidad opuestos a un sistema de gobierno distinto.
Lo que se pude deducir de sus comentarios es que Rigdon simpatiza con el régimen, al cual quiere justificar, quizás siguiendo la pauta establecida por Mrs. Lewis, según indicara Halperin (1981), incluso citándola (ver Ruth Lewis, NEW YORK REVIEW OF BOOKS, Nov./10/1977 <https://www.nybooks.com/articles/1977/11/10/cuba-and-oscar-lewis-an-exchange/>). Mas aun, Butterworth tuvo que publicar su etnografía por separado de la “Trilogía” –precisamente– por diferir de las intenciones algo indignas de la Sra. Lewis y Rigdon de minimizar fundamentalmente los maltratos a los Ínsua y la traición gubernamental a O. Lewis. Quizás jamás imaginaron que los Ínsua llegarían al Exilio a contar su historia, y/o que este humilde antropólogo los asistiera y defendiera públicamente.
Ambas autoras tienen su derecho a respaldar al régimen. Pero, como le ripostaron a Rigdon en el sitio Web de la ANTHRO NEWS: (a) Manolito Ínsua; así como (b) la escritora feminista Ileana Fuentes, quien conoció a Álvaro y además entrevistó a Greta; (c) y también el bibliotecario F. “Ray” Pestana, a quienes les agradezco su apoyo: ¿Es que acaso tiene Rigdon el derecho moral a pretender reescribir la historia a favor del gobierno? ¿Es que se cree ella con el derecho a ofendernos solo por nuestros esfuerzos de honrar la memoria de Álvaro? (ver Alum, 1982, 2019, 2020, 2021). Los quiméricos argumentos de Rigdon me recuerdan el concepto de la “posverdad”, ese neologismo referente a la mentira emotiva (ver Marlene Azor, 2023 <https://in-cubadora.com/2023/08/14/marlene-azo-hernandez-fidel-castro-posverdad-y-culto-a-su-personalidad/>).
Precisamente, la meta de la AHCE es la de dejar sentado “un registro fidedigno” de la historia cubana –de antes y después de 1959– tan tergiversada al estilo orwelliano por la dictadura de los Castro y sus acólitos extranjeros. Aunque hay aun mucha tela por donde cortar, queden aquí aclarados algunos de los “misterios” del “Affaire” Lewis, como lo llamara (Halperin, 1981).
BIBLIOGRAFÍA ADICIONAL
Acebo, W., 2020, “Historia del Proyecto Cuba”, CUBA ENCUENTRO [en seis partes]: Enero/2020.
Alum, R., 1982, «La Vida in Cuba—Review article of Butterworth’s ‘The People of Buena Ventura [1980]’,» CUBAN STUDIES-ESTUDIOS CUBANOS [Univ. of Pittsburgh], 12(2):109-12.
— 1985, “Cultural ideology and empirical reality–Case studies in contemporary law management in the Dominican Republic.” Capítulo en: A. Allot & G. Woodman, eds., People’s Law & State Law. Dordrecht: Foris; pp.35-54.
— 2019, “Nathan Glazer Vs. Oscar Lewis on the Culture of Poverty,” ACADEMIC QUESTIONS, (32):578-582.
— 2020, “Álvaro Ínsua–Obituary,” ANTHRO NEWS; Aug. 07/2020 <https://www.anthropology-news.org/ articles/alvaro-insua/> [incluye comentarios añadidos posteriormente por S. Rigdon, M. Insua, I. Fuentes, F. R. “Ray” Pestana, y R. Alum].
— 2021, “Requiem for Álvaro Ínsua–A casualty of the Lewis-Butterworth Culture of Poverty anthropological study in Socialist Cuba.” Capítulos 1-2-3, en: PANORAMAS [Univ.-Pitt.], Mar. 6-7-8/2021 <https://panoramas.secure.pitt.edu/about>.
.— 2022, “Intelectuales extranjeros decepcionados tempranamente de Cuba Socialista,” Anuario de la Academia de la Historia de Cuba en el exilio, No. 6. N.Y.: AHCE, pp.:130-142.
Botín, V., 2009, Los funerales de Castro. Ariel.
Butterworth, D., 1980, The People of Buenaventura—Relocation of Slum Dwellers in Postrevolutionary Cuba. University of Illinois Press.
Dikes, S., 2011, La Vida en Pobreza–Oscar Lewis, Puerto Rico and the Culture of Poverty. PhD. Dissertation, University of Colorado.
Donate, M., 2011, “Oscar Lewis–Proyecto Cuba,” CUBA ENCUENTRO; Partes I: Junio 30/2011, y II: Julio 4/2011.
Eberstadt, N., 1988, The Poverty of Communism. Routledge.
Edwards, J., 1973, Persona non grata. Barral.
Guera, L., 2015, “Former Slum Dwellers, the Communist Youth and the Lewis Project”, CUBAN STUDIES, 43:67-89.
Halperin, M., 1981, “The Case of Oscar Lewis.” Capítulo 17; en: The Taming of Fidel Castro. Univ. of California Press.
Hirschfeld, K., 2009, Health, Politics, and Revolution in Cuba. Routledge.
Lewis, Oscar & Ruth M., and Susan Rigdon, 1977-78, Living the Revolution–An Oral History of Contemporary Cuba [Tres volúmenes]. Univ. of Illinois Press [ver Nota 4, arriba].
Rigdon, S., 1988, The Culture Façade–Art, Science and Politics in the Work of Oscar Lewis. Univ. of Illinois Press.
Verdery, K., 2018, My Life as a Spy–Investigations in a Secret Police File. Duke Univ. Press.
*: Rolando Alum completó la escuela secundaria nocturna en el Lindsey Hopkins Center (Miami) mientras ocupaba trabajos preprofesionales de día, graduándose después magna cum laude del Bloomfield College (N.J.) y posteriormente ingresó en los programas de postgrado de las Universidades de Pennsylvania y Pittsburgh, de donde es egresado y es también ahora Investigador Asociado (externo) del Centro de Estudios Latinoamericanos. También posee un Certificado Postdoctoral de la Universidad de Virginia. Fue “Profesor Distinguido” en William Paterson University (N.J.) y ha impartido cátedra en otras universidades en EE.UU., Puerto Rico, Santo Domingo, y México. Es un “Senior Fellow” de la Society for Applied Anthropology, y “Miembro Distinguido” de la American Anthropological Association, así como exbecario Weaver y Mellon (en U-Pitt), y Fulbright y de la O.E.A. en República Dominicana y Rockefeller en Milán. Sirvió como regente del Ramapo College (N.J.) y ahora de DeVry University (N.J.), y fue presidente de la Biblioteca de West New York (N.J.). Ha viajado a Latinoamérica en misiones oficiales diplomáticas y educacionales, y fungió como subsecretario de Educación de EE.UU. (para la Región Federal II), y ha ocupado varios cargos de subgabinete en el Gobierno Estatal. Al presente es también vicepresidente del Comité Certificante de Psicoanalistas de Nueva Jersey. Sus numerosos escritos –en inglés y español– han visto la luz en EE.UU., Latinoamérica y Europa [ralum@pitt.edu].
Anuario Histórico Cubanoamericano (Una publicación de la Academia de la Historia de Cuba en el Exilio / AHCE),
No. 7 (Otoño/Fall-2023); pp.:152-163.
P.O. Box 521364, Flushing (Queens), N.Y. 11352 EUA/USA
[1] Llevo 4.5 décadas indagando sobre el fallido Proyecto Lewis-Butterworth, incluyendo una docena de escritos –aunque mayormente en inglés– no todos los cuales puedo citar aquí, ni tampoco todas las fuentes bibliográficas consultadas, ni las entrevistas sostenidas, debido a la limitación del espacio; no obstante, con gusto proporcionaría más información a quien la solicite. Adopto el estilo de citas bibliográficas a la usanza en la Antropología. La lista de personas a quienes les debo agradecimiento por su asistencia con mis investigaciones sobre las incógnitas del Proyecto es enorme, y que incluye miembros del personal participante en Cuba, colegas y exalumnos de O. Lewis en Illinois, y hasta un familiar de Mrs. Lewis (la también antropóloga Doren Slade, casualidad, ex condiscípula universitaria mía, y sobre quien también he publicado escritos), aunque tampoco puedo citarlos extensamente en aras del ahorro de espacio (pero ver Alum, 1982, 2021). Como es mi costumbre, doy bienvenida a toda crítica constructiva con la meta de incrementar mis análisis de la realidad cubana. Dedico este modesto escrito a todos los cubanos que han sufrido cárcel y/o exilio por defender los derechos civiles/humanos.
[2] La idea de la C-P ha sido reprochada por incontables críticos, varios de los cuales aún denuncian a Lewis por “culpar insensiblemente a las víctimas”, i.e., los pobres (ver Dikes, 2011). No obstante, siempre he sostenido que sus concepciones presentaron los ingredientes básicos para la elucidación de una teoría científico-social sobre el fenómeno de la pobreza a través de fronteras internacionales (Alum, 1982, 2019). En cuanto al Proyecto Lewis-Butterworth, otros autores han ido escarbando también acerca de los secretos que lo rodeó, pero ninguno entrevistó a –ni se enfocó en el triste caso de– la familia Ínsua, como lo he hecho yo (e.g., Acebo, 2020; Donate, 2011; Guerra, 2015; Halperin, 1981).
[3] Durante mi periplo en septiembre/2022 de cuatro países balcánicos ex socialistas visité el museo conocido como “de la ignominia” en Tirana con exhibiciones acerca del vasto sistema de espionaje doméstico del otrora gobierno socialista en Albania, lo que me recordó el trágico Proyecto de Lewis en Cuba (ver <https://en.wikipedia.org/wiki/Museum_of_ Secret _Surveillance>). Al igual que lo fueron los Lewis, Butterworth y los Ínsua en Cuba, la antropóloga Verdery (2018) documenta en su libro como fue espiada durante sus investigaciones de campo etnográficas en la Rumanía del dictador comunista Nicolae Ceaușescu.
[4] La “Trilogía” (1977-78) –póstuma para O. Lewis– consistió en: I-FOUR MEN [Cuatro Hombres] con una Introducción por Mrs. Lewis (el único publicado en español, en México); II-FOUR WOMEN [Cuatro Mujeres], y III-NEIGHBORS [Vecinos]. Tuve la oportunidad de reseñar el volumen II y el de Butterworth (1980) para la revista académica CUBAN STUDIES [En./1979 y Jul./1982] (ver Alum, 1982, 2019, 2021).