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Médicos más militares igual a dólares: la fórmula de supervivencia del castro comunismo.

Por: Vicente Morín Aguado.

La publicación íntegra del convenio de colaboración médica entre los gobiernos de Argelia y Cuba (mayo pasado, Journal Officiel argelino), ha sacudido la alfombra mágica llamada “colaboración internacionalista”, un negocio de billones de dólares, cuyas primicias ocuparon precisamente este país del noroeste africano.

Los herederos de Fidel Castro no han de estar muy contentos con la confirmación oficial de un contrato de 73 millones anuales por 890 profesionales de la salud, cotizando cada profesional 6650 USD, de los cuales escasamente disfrutará de un 20%, depositado en una tarjeta magnética efectiva solamente en su patria, para adquirir productos únicamente vendidos por el monopolio estatal que determinó este negocio.

El disgusto aludido se explica por el secretismo acompañante de la gran aventura castrista. De alguna manera el descaro de haber convertido el internacionalismo proletario marxista leninista en vulgar negocio capitalista, rezuma “vergüenza” dentro del liderazgo revolucionario. Una de las manifestaciones de la crisis terminal del proyecto político cubano es la pérdida de las apariencias.

Haciendo historia, Fidel Castro rememoraba los hechos durante una cena oficial en La Habana el 6 de mayo de 2001: “En enero de 1962 la nave cubana “Bahía de Nipe” desembarca armamento en el puerto mediterráneo de Casablanca: más de un millar y medio de armas para los patriotas argelinos del FLN.” En los meses siguientes aumentaría la presencia cubana, camuflada con las piadosas batas blancas: “El 24 de mayo de 1963 arribó a la nación argelina la primera brigada médica cubana, estaba compuesta por 58 personas y en ella figuraban 32 médicos, 4 estomatólogos, 14 enfermeras y 8 técnicos.”

Combinar médicos y soldados con propósitos políticos es parte del ideario del Comandante desde el nacimiento de su proyecto revolucionario, cuando incluyó un Dr. junto a dos enfermeras entre los 135 asaltantes del cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. La estrategia le acompañaría toda su vida, convertida en jugoso negocio al desaparecer, junto con la Unión Soviética, los inmensos subsidios económicos del socialismo este europeo.

La crisis de los noventa condujo a magnificar una indudable ventaja conquistada por El Comandante: el absoluto control sobre los individuos y el manejo a capricho de la sociedad en su conjunto. En la década anterior había ejecutado con relativo éxito el envío de miles de trabajadores notoriamente improductivos en Cuba, hacia las factorías polacas, húngaras, checas y alemanas, alcanzando los gélidos páramos de la taiga siberiana.

Descalabrado el socialismo que amparaba tales manejos, la exportación de fuerza de trabajo calificada se convirtió en prioridad económica, ocupando los médicos el protagonismo de un mercado laboral muy variable porque no solo le asisten los imperativos de la oferta y la demanda, sino también los avatares de la política. 

En su pleno apogeo, Cuba llegó a ingresar unos 11 mil millones de dólares en 2015, de ellos 9 mil correspondientes a servicios de la salud. Datos recientes indican una reducción de la cifra hasta los 6400 millones. De todas formas, constituyen la ganancia mayor generada por el engendro económico de los Castro.

Sin entrar en detalles que ocuparían otro artículo, la modalidad exportar fuerza de trabajo se aplica también al promover de diversas maneras la inmigración, cuyo argumento básico son dos millones de compatriotas en 72 países, la mayoría en los Estados Unidos, aportando de conjunto más de 6 mil millones en remesas.

Volviendo a las revelaciones últimas del caso argelino, siendo el gobierno de la Isla responsable de la manutención de su mercancía humana, hay testimonios de hasta dónde puede llegar la explotación de los trabajadores cubanos enviados al exterior bajo la condición de “lo tomas o lo dejas”, típica esclavitud moderna.

Así lo publicó El Nuevo Herald:

“Vivimos hacinados, varios en un mismo lugar. Las condiciones son malas, la seguridad peor. Esto lo hacemos por nuestras familias”, dijo un doctor, mientras una colega agregó: “Estamos comiendo de lo que nos dan en los hospitales. Es una situación desesperada. Cuba dice que no tiene dinero para pagarnos”. Recurrente en tales entrevistas, ambos galenos pidieron no ser identificados.

Los 6650 mensuales asignados a cada galeno en el exterior, califican como un pago alto, la media suele estar entre 3 mil y 4 mil por cada profesional, aunque hay casos en que los petrodólares permitieron alcanzar hasta 8000 mensuales. La norma de apropiarse el estado del 75/80 % es casi invariable. No es ocioso reiterar la naturaleza secreta del documento firmado por cada cooperante, una dificultad creada expresamente por el régimen de La Habana.

Los cooperantes cubanos están sometidos a la Resolución No.160 de 2010, del Ministerio de Comercio Exterior y la Colaboración Extranjera, la cual contiene un sumario detallado de prohibiciones, enfocadas en controlar el movimiento de cada contratado en el lugar donde le ubican. En especial limita al máximo sus relaciones humanas, imponiéndoles un régimen estricto del trabajo a la residencia y viceversa.

Los contratados deben informar cualquier vínculo amoroso, amistad o encuentros sociales, no pueden participar en actos públicos, están imposibilitados de hacer declaraciones a medios de prensa, el uso de los sistemas informáticos a su alcance está regulado según un estricto reglamento y en todos los casos, se considera igual falta, incumplir una norma o callar ante la infracción de sus compañeros.

Estamos ante una legislación laboral que convierte en delatores a los firmantes. Un detalle altamente significativo es el apartado siguiente:

m) portar o usar armas blancas o de fuego, sin la debida autorización;

Por lo visto, el uso de armamento es parte de tan pacífica colaboración, aunque exige un determinado permiso especial.

La resolución citada contiene 8820 palabras de las cuales 5953, es decir, el 67 % de todo lo regulado, corresponde a la aplicación de sanciones, cuyo plato fuerte son las penalidades monetarias y el colofón de ser expulsado, traído de vuelta a casa, con la pérdida total de los beneficios y una reclusión en tierra propia de entre 5 y 10 años. 

La creciente denuncia sobre la condición de trabajo forzado aplicada a los profesionales cubanos va dando frutos, a pesar de la muy extendida complicidad de muchos gobiernos con los herederos de Fidel Castro.

En cuanto a las deserciones, los registros del Cuban Medical Professional Parole, creado por la administración Bush Jr. Vigente entre 2006 y 2017, sobrepasan los 7 mil casos, agregando otros 2 mil al cerrarse los convenios entre Brasil y Cuba. Adicionalmente hay varios miles más desperdigados en otras naciones americanas y España.

Bolsonaro golpeó a la dictadura castro comunista al cerrar Mais médicos en 2019, el programa de su antecesora Dilma Rousseff, ocupado por 8500 galenos del mayor archipiélago caribeño. El descalabro continuó para los herederos del Comandante de La Habana con la huida de Evo Morales, provocando no solamente 725 plazas perdidas, sino revelaciones importantes: apenas 202 de los contratados tenían títulos universitarios. 

Ecuador sumó 400 empleos altamente pagados a la reducción tempestuosa de la plantilla exterior de la Plaza de la Revolución, empeñada en una furiosa contraofensiva que aprovecha las solicitudes de urgencia ante la pandemia COVID-19. Hasta hoy Cuba ha enviado 3 mil cooperantes a 15 países, esta vez por períodos cortos de tiempo, integrando brigadas relativamente pequeñas, menores de 100 integrantes.

De los nuevos convenios, seleccionamos un ejemplo notorio:

Inmersos en la campaña contra el Covid-19, el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI) y el Gobierno de la Ciudad de México, a través de Olivia López Arellano, secretaria de Salud de la capital mexicana, confirmaron el pago de 10.693 dólares al estado cubano por cada uno de 583 sanitarios, sin embargo, los médicos recibieron en tierras aztecas solo 660 dólares para tres meses de gastos diarios.

El caso Venezuela merece un estudio aparte dada su envergadura, tanto en lo político como en lo económico. Las cifras analizadas por el eminente economista Carmelo Mesa-Lago confirman sin lugar a dudas las denuncias sobre la nefasta combinación entre lo militar y lo humanitario, creando un eficaz aparato de dominación política, en este caso de la dictadura cubana sobre su ahijada venezolana:

“He calculado que Venezuela paga por cada profesional un promedio de 10.600 euros mensuales (127.200 por año), hay un subsidio encubierto que recibe el Gobierno cubano, que paga solo una fracción a sus médicos.”

Considerando el declarado acuerdo entre Chávez y Castro de cambiar petróleo por médicos, el país del Orinoco ha suministrado a la isla caribeña entre 50 mil y 135 mil barriles diarios durante la década 2007 a 2017. La primera cifra es la reducción actual, impuesta por la crisis venezolana. Los precios publicados por la OPEP arrojan un promedio de 50 dólares cada barril en similar tiempo. Un cálculo conservador de 90 mil barriles diarios a Cuba durante la década, representan 1600 millones anuales del billete verde norteamericano solo por el intercambio analizado.

Los médicos cubanos han funcionado hasta hoy como excelente tapadera de un enorme subsidio a la economía de su país, cuya correspondencia es la colaboración militar, represiva, que los experimentados especialistas de la Plaza de la Revolución brindan al fracasado socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez, la criatura emérita de Fidel Castro.

De Argelia a Caracas, medicina y militares se dan la mano durante 60 años de jugosos negocios regidos por el castro comunismo.

*  Vicente Morín Aguado es periodista independiente asociado al Havana Times.  Este es el primero de varios trabajos exclusivos para el Instituto de Estudios Cubanos de Morin Aguado que ahora reside en los Estados Unidos.

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