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The Cuban Studies Institute Publications

El asesinato premeditado de los pilotos de Hermanos al Rescate

Por Edgerton I. Levy
Autor del libro “Nadie me lo contó”, cibercuba.com (fragmentos)

A partir de los hechos que ocurrieron a mediados de julio de 1995, el Gobierno cubano comenzó a preparar las condiciones para tratar de sacar definitivamente del aire y de la escena política a Hermanos al Rescate.

El interés de Castro apuntaba precisamente a su determinación de acabar de una vez y por todas con las actividades de Hermanos al Rescate y la imagen negativa que proyectaban contra el régimen. Si para ello era necesario utilizar la fuerza, en tal caso una vez consumado el hecho, podrían esgrimir que no se habían escatimado esfuerzos para evitar una medida tan drástica. Ello permitiría argumentar posteriormente —como en definitiva sucedió— que Washington no había sido capaz de poner coto a las continuas y constantes “provocaciones” de Hermanos al Rescate, por lo que el gobierno cubano no tuvo otra opción que actuar enérgicamente contra esta organización del exilio anticastrista, a la que la propaganda oficial conceptuaba como “terrorista”.

Mientras, de forma paralela a las gestiones oficiales de cobertura, Castro comenzó a materializar sus aviesas intenciones desde noviembre de 1995.

Ya desde entonces, se había dispuesto que el asesinato de José Basulto y de quienes lo acompañaran ese día ocurriera durante la reunión cumbre proyectada por las organizaciones opositoras dentro de la isla, a celebrarse del 24 al 27 de febrero de 1996. Con esta maniobra, Castro estaba convencido de que iba a sacar definitivamente de la escena política a Hermanos al Rescate, por lo que puso particular interés en la preparación y el cumplimiento del plan.

El derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate fue, por tanto, una operación de inteligencia largamente planificada, de la cual el propio Castro asumió la responsabilidad. La acción fue concebida a través de la ejecución de dos operaciones independientes, pero a la vez interrelacionadas entre sí. Y los objetivos solo podrían garantizarse mediante el exitoso cumplimiento de ambas.

Mediante la “Operación Escorpión” se consumaría la desaparición física de Basulto y de los integrantes de Hermanos al Rescate que se encontraran en el aire en el momento escogido. El cumplimiento de esta operación fue encomendada a la Fuerza Aérea Revolucionaria (DAAFAR).

Las pruebas más claras de las verdaderas intenciones de Castro con tal propósito fueron evidentes a principios de 1996. En enero, agencias de inteligencia de Estados Unidos detectaron MiGs cubanos realizando maniobras de ataque contra aviones más pequeños, similares a los utilizados por Hermanos al Rescate, contra los que simularon disparar sus cohetes aire-aire, lo cual fue reportado en Times Magazine (“Clinton’s Cuban Road to Florida”, 28 de octubre de 1996).

Años más tarde, un piloto que abandonó la isla y conoció de primera mano sobre estas maniobras ratificó lo sucedido. Según su testimonio, previo al derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate se realizó en aguas internacionales, al Norte de La Habana, un ejercicio militar en el que participó una avioneta del tipo Wilga, por ser la de más pequeño tamaño disponible. Aunque no se les dijo de qué se trataba, varios días después del derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, los pilotos participantes fueron congratulados a nombre del Partido Comunista en una actividad festiva, en la que incluso recibieron regalos. El testimonio lo brindó el piloto desertor Adel Regalado Ulloa ante el subcomité de Delito del Comité Judicial de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, en julio de 1999.

La otra operación que se realizaría como parte del mismo objetivo fue la “Operación Venecia”, concebida como una acción paralela, dirigida a neutralizar la opinión pública internacional y, en particular, la de EE. UU.

Consistió en presentar públicamente a Juan Pablo Roque, un agente de la Dirección de Inteligencia que bajo sus órdenes operaba encubierto dentro de Hermanos al Rescate. Roque tenía la misión de mostrarse públicamente como un exiliado que desertó de las filas de esa organización. Supuestamente regresó a Cuba, en desacuerdo con los métodos terroristas que Hermanos al Rescate había asumido en los últimos años a instancias de su principal dirigente y fundador, José Basulto, quien, por estar presuntamente muerto para ese momento, no podría defenderse.

Con el propósito de instruirlo al respecto, la Dirección de Inteligencia le ordenó al oficial ilegal Gerardo Hernández Nordelo que viajara a La Habana para impartirle instrucciones directas sobre las responsabilidades que tendría que asumir del otro lado del Estrecho de la Florida, bajo el código de “Operación Venecia”. Hernández viajó a La Habana a principios de noviembre de 1995, y allí permaneció hasta el 26 de enero del 96 con este fin y para, además, coger algunos días de vacaciones.

El 13 de febrero, los oficiales ilegales Alberto Manuel Ruiz y Gerardo Hernández, ya de regreso en Miami, le ordenaron por escrito a René González que precisara los detalles que se relacionan sobre los próximos vuelos a realizar por Hermanos al Rescate.

Cuatro días más tarde, el 17 de febrero, Castro se decidió a evitar de forma absoluta y total la más mínima posibilidad de error, por lo que ordenó que bajo circunstancia alguna podían volar sus agentes con Hermanos al Rescate u otra organización los días 24, 25, 26 y 27 de febrero. El asesinato de todos los que volaran ese día ya había sido decidido.

El 24 de febrero cazas MiGs del régimen cubano derribaron en aguas internacionales, a más de 20 millas náuticas de la isla, a dos avionetas de Hermanos al Rescate, asesinando a sus tripulantes Armando AlejandreCarlos CostaMario de la Peña Pablo Morales. Una tercera avioneta piloteada por José Basulto y Arnaldo Iglesias, a bordo de la cual viajaban los esposos Andrés y Silvia Iriondo, escapó de los cazas del régimen y regresó a salvo a su base en el aeropuerto de Opa-Locka, en Florida.

Las medidas tomadas por el gobierno durante los meses que antecedieron al derribo y de forma particular, los días previos, indican, sin lugar a duda, que se trató de una operación de inteligencia cuidadosamente preparada y ejecutada.

Publicado en El Kentubano (elkentubano.com), Febrero 2024.

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