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Biden presidente versus Cuba: entre la retórica y la evidencia

*Por: Vicente Morín Aguado.

Joseph R. Biden sabe que la preposición contra no faltará en la agenda Cuba. Si hubiera dudas, fueron despejadas días atrás cuando Díaz-Canel, el presidente designado para los cubanos por el partido comunista, fue fotografiado consultando a Fidel Castro frente al pedrusco que le alberga en el cementerio santiaguero de Santa Ifigenia.

De regreso a la Plaza de la Revolución, “el puesto a dedo”, como también se le nombra, escribió:

“En sus elecciones presidenciales, el pueblo de EEUU ha optado por un nuevo rumbo. Creemos en la posibilidad de una relación bilateral constructiva y respetuosa de las diferencias.” 

Este 9 de noviembre, el embajador en Washington José Ramón Cabañas, declaró en video conferencia: “el mensaje a todos los presidentes de EEUU ha sido y sigue siendo el mismo: estamos dispuestos a discutir nuestras diferencias, buscar puntos comunes y llegar a un acuerdo.”

Con justificada ironía el conocido portal web Diario de Cuba reseñó la entrevista de Cabañas, titulando el comentario: La Habana está dispuesta a ‘llegar a un acuerdo’ con el próximo gobierno de EEUU. 

Por su parte, Biden había declarado antes de las elecciones:

“Empoderar al pueblo cubano para determinar su propio futuro es fundamental para la seguridad nacional de Estados Unidos, y será la pieza central de mi enfoque.”

La retórica “empoderar al pueblo cubano” está copiada del mentor de Biden, Barack Obama, quien intentó aplicar tan noble intención, enfrentando una retórica opuesta encerrada en la frase “respetuosa de nuestras diferencias”. Hasta hoy la Plaza de la Revolución ha hecho de su discurso una evidencia, estableciendo durante 62 años la presencia del único totalitarismo comunista del hemisferio occidental.

Abundando entre retórica sin hechos y el discurso consumado, el vocero antillano acreditado ante la Casa Blanca, sugirió un concepto estratégico que ha de enfrentar el futuro presidente, pasando de la palabra a la realidad. Diario de Cuba se encargó de significarlo: Cabañas indicó que en la presunta “normalización” fue clave la “conclusión a la que llegó la Administración de Obama de que Cuba no es el enemigo”.

Encaja aquí la advocación del nuevo hijo ilustre de Pensilvania cuando citó la “seguridad nacional” de su país. ¿Podrá aceptar Biden, como lo hiciera antes su colega y ex Jefe, que “Cuba no es el enemigo”? ¿Al menos enfrentando al régimen que hoy gobierna en el gran archipiélago caribeño?

El presunto ganador de las elecciones en EEUU adelantó algunas proyecciones hacia Cuba. Preferimos rectificarle y decir mejor hacia el gobierno cubano, de hecho, dueño y señor del país y sus habitantes. Citamos a Biden de una entrevista concedida a CiberCuba:

“Seguiré políticas que reconozcan el ambiente de hoy, empezando con la eliminación de las restricciones de Trump a las remesas y los viajes”.

Se infiere que volveremos al turismo made in USA que convirtió a esta gran nación en el segundo emisor de visitantes hacia Cuba, sobrepasando el medio millón, solamente superado por Canadá que rubrica más del doble. Las remesas continuarán siendo el aporte neto, directo, de mayor valor al producto interno bruto cubano, cifra calculada por expertos en unos 6500 millones de dólares anuales.

Desde que se planteó la disputa Trump o Biden, se vaticinó con razón que, de triunfar el segundo, la dictadura recibiría una bocanada de aire fresco en medio de la asfixia que hoy padece, en default ante sus acreedores, con el país literalmente paralizado por la pandemia.

Este soplo de oxígeno no es la solución para una economía marcada por la incompetencia, negados sus líderes a iniciar reformas profundas que liberen las fuerzas productivas. Las buenas intenciones de una administración demócrata dicen justificarse porque es el pobre pueblo cubano quien más sufre al aplicarse la escalada de sanciones hasta hoy en curso.

Asistimos pues a un gobierno norteamericano que aceptó el chantaje sentimental de la dictadura, cuyo rehén es su propio pueblo sometido hasta el límite de vivir en un país cuyo gobierno no respeta, ni siquiera las leyes que ese mismo poder ha creado. 

Es notorio que principios aprobados en la última constitución socialista (2019), como la presunción de inocencia, la inviolabilidad del domicilio, el hábeas corpus, la tortura y el derecho a una defensa independiente entre otros, son sistemáticamente violados en Cuba.

De igual manera Biden enfrentará el reto del intervencionismo cubano en América Latina, particularmente Venezuela, poniendo a prueba la doctrina de la seguridad nacional de los Estados Unidos. 

Tampoco los líderes del Pentágono pueden subestimar el atrevimiento del castrismo en sus relaciones con Rusia, cuando está probado el acercamiento militar, denominado claramente por Raúl Castro y Díaz-Canel de “colaboración estratégica”, según declaraciones hechas por ambos dirigentes durante sus últimas visitas a Moscú.

Quien al parecer asumirá como XLVI presidente de los EEUU, está desde ahora ante una situación un tanto distinta a la de su predecesor demócrata hace cuatro años cuando cerró su mandato complaciendo al castrismo sin pedir nada a cambio, promulgando el final de la siempre denunciada por Fidel Castro regla de “Pies secos, pies mojados.”  

La oposición a la dictadura existe, crece dentro y fuera de Cuba, constituye un factor que los políticos estadounidenses no pueden soslayar. Contrario al mensaje proveniente de la Plaza de la Revolución, que considera a sus opositores dentro, mercenarios y a sus opositores fuera, lacayos al servicio de los políticos domésticos, la verdad es otra: Los cubanos han adquirido personalidad propia. Se aprecia la convergencia hacia un posible frente único contra el fracasado Castro comunismo.

Estos patriotas merecen ser considerados, máxime cuando en la composición del actual Congreso de la nación, resultado de las mismas elecciones que dieron la victoria a Joseph R. Biden, descendientes directos de cubanos ocupan 7 escaños en la Cámara y 3 puestos en el Senado. Ningún otro emisor de inmigrantes tiene tanta representatividad en los poderes legislativos de la Superpotencia Mundial.

Con las opiniones de algunos de estos peleadores por la libertad concluye nuestro breve ensayo:

Eliecer Ávila, Coordinador del Movimiento Somos+ (Miami)

La política de Obama fue un test que dio un resultado: La dictadura no se abrió para nada, no cooperó en nada, no dio ninguna oportunidad. El propio John Kerry, Secretario de Estado, confesó sentirse traicionado y desilusionado con la dictadura cubana.

Manuel Cuesta Morúa, Partido Arco Progresista (Cuba)

Habrá una recuperación del equilibrio en la relación, ajustado por la experiencia misma con Obama y por los efectos de estos 4 años. Un apoyo más claro a la oposición democrática, una negociación calibrada con el gobierno y una apertura agresiva de los contactos pueblo a pueblo.

Elías Amor, Unión Liberal de Cuba (España)

El fondo de la cuestión reside en La Habana, que se niega sentarse a una mesa para negociar cuestiones fundamentales antes que se pueda producir un entendimiento entre ambos países.

José Daniel Ferrer, Unión Patriótica de Cuba (Cuba)

El régimen de La Habana, al menos que obtenga todo cuanto quiere a cambio de nada, cosa que no sucederá, seguirá acusando a Estados Unidos de ser responsable de los principales problemas que vive nuestra nación, cuando el único y principal culpable es el régimen de partido único y economía centralizada.

El propio Biden les ha dicho públicamente a los cubanos en Miami: “Durante toda mi carrera he defendido la democracia y los derechos humanos, la libertad de prensa, de reunión y religión, y he luchado contra los dictadores tanto de izquierda como de derecha.”

Sería un reto insuperable para la Plaza de la Revolución aceptar de común acuerdo con los Estados Unidos, al menos uno de los principios enunciados por quien será el nuevo inquilino de la Casa Blanca.

*  Vicente Morín Aguado es periodista independiente asociado al Havana Times.  Este es el quinto de varios trabajos exclusivos para el Instituto de Estudios Cubanos de Morin Aguado que ahora reside en los Estados Unidos.

2 thoughts on “Biden presidente versus Cuba: entre la retórica y la evidencia”

  1. Gracias a Dios, con el Fraude descubierto en las elecciones, no creo que el señor Biden llegue a ningún lado; Esto se Hincha!

  2. El otro extremo no es la mejor manera de acabar con el extremo, entre otras cosas, porque los extremos ya sabemos que se tocan. Tan repugnante es el longevo “castrismo” como el nuevo “trumpismo” practicado por los cubanos en el exilio…
    Por un lado, un cerebro malévolo ávido de protagonismo, afortunadamente ya desaparecido, pero cuya estela continúa viva y haciendo daño, y por el otro, un payaso arrogante ávido de lo mismo.
    Dos abominables iluminados dignos de mi más absoluto desprecio, como social-demócrata convencido.
    La práctica del otro extremo es la que nos ha llevado a los cubanos, regados por todo el planeta, a tener que contemplar cómo la dictadura se ha enquistado en nuestra pobre isla. Es un viejo axioma: tu tiras para aquel lado, yo tiro más fuerte para este. Lamentable.

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